Página 275 - Los Hechos de los Ap

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Capítulo 37—Último viaje de Pablo a Jerusalén
Este capítulo está basado en Hechos 20:4 a 21:16.
Pablo deseaba grandemente llegar a Jerusalén a tiempo para
la Pascua, pues eso le daría oportunidad de encontrarse con aque-
llos que llegaban de todas partes del mundo para asistir a la fiesta.
Siempre acariciaba él la esperanza de poder ser de alguna manera
instrumento para quitar el prejuicio de sus compatriotas incrédulos,
de modo que pudieran ser inducidos a aceptar la preciosa luz del
Evangelio. También deseaba encontrarse con la iglesia de Jerusalén
y entregarle las ofrendas que enviaban las iglesias gentiles para los
hermanos pobres de Judea. Y por medio de esta visita, esperaba
lograr que se efectuara una unión más firme entre los judíos y los
gentiles convertidos a la fe.
Habiendo terminado su trabajo en Corinto, resolvió navegar
directamente hacia uno de los puertos de la costa de Palestina. Todos
los arreglos habían sido hechos, y estaba por embarcarse, cuando se
le notificó de una maquinación tramada por los judíos para quitarle
la vida. En lo pasado todos los esfuerzos de estos oponentes de la fe
por hacer cesar la obra del apóstol habían sido frustrados.
El éxito que acompañaba la predicación del Evangelio despertó
de nuevo la ira de los judíos. De todos partes llegaban noticias
de la divulgación de la nueva doctrina, por la cual los judíos eran
relevados de la observancia de los ritos de la ley ceremonial y los
gentiles eran admitidos con iguales privilegios que los judíos como
hijos de Abrahán. En su predicación en Corinto, Pablo presentó los
mismos argumentos que defendió tan vigorosamente en sus epístolas.
Su enfática declaración: “No hay Griego ni Judío, circuncisión ni
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incircuncisión” (
Colosenses 3:11
), era considerada por sus enemigos
como una osada blasfemia, y decidieron reducir su voz al silencio.
Al ser advertido del complot, Pablo decidió hacer el viaje por
Macedonia. Tuvo que renunciar a su plan de llegar a Jerusalén
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