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Los Hechos de los Apóstoles
centro, se propagase rápidamente a todas las naciones y llegara a
ser una potencia prevaleciente en la tierra. ¡Cuán grande fué su
desengaño! Habían fracasado las esperanzas humanas, pero no los
propósitos de Dios.
No por los discursos de Pablo, sino por sus prisiones, la atención
de la corte imperial fué atraída al cristianismo; en calidad de cautivo,
rompió las ligaduras que mantenían a muchas almas en la esclavitud
del pecado. No sólo esto, sino que, como Pablo declaró: “Muchos
de los hermanos en el Señor, tomando ánimo con mis prisiones, se
atreven mucho más a hablar la palabra sin temor.”
Filipenses 1:14
.
La paciencia y el gozo de Pablo, su ánimo y fe durante su largo
e injusto encarcelamiento, eran un sermón continuo. Su espíritu, tan
diferente del espíritu del mundo, testificaba que moraba en él un
poder superior al terrenal. Y por su ejemplo, los cristianos fueron
impelidos a defender con mayor energía la causa de cuyas labores
públicas Pablo había sido retirado.
De esa manera las cadenas del apóstol fueron influyentes, a tal
grado que cuando su poder y utilidad parecían haber terminado, y
cuando según todas las apariencias menos podía hacer, juntó gavillas
para Cristo en campos de los cuales parecía totalmente excluído.
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Antes de finalizar esos dos años de encarcelamiento, Pablo pudo
decir: “Mis prisiones han sido célebres en Cristo en todo el pretorio,
y a todos los demás;” y entre aquellos que enviaban saludos a los
filipenses, mencionó especialmente a los que eran de la “casa de
César.”
Filipenses 1:13; 4:22
.
La paciencia tiene sus victorias lo mismo que el valor. Mediante
la mansedumbre en las pruebas, tanto como por el arrojo en las
empresas, pueden ganarse almas para Cristo. Los cristianos que
demuestren paciencia y alegría bajo la desgracia y los sufrimientos,
que arrostran aun la misma muerte con la paz y calma que otorga
una fe inquebrantable, pueden realizar mucho más para el Evangelio
que lo que habrían realizado en una vida larga de fiel labor. Frecuen-
temente, cuando el siervo de Dios es retirado del servicio activo por
una misteriosa providencia que nuestra escasa visión lamentaría, lo
es por designio de Dios para cumplir una obra que de otra manera
nunca se hubiese realizado.
No piense el seguidor de Cristo que, cuando ya no puede trabajar
abierta y activamente para Dios y su verdad, no tiene algún servicio