Página 327 - Los Hechos de los Ap

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En la casa de César
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que prestar, no tiene galardón que conseguir. Los verdaderos testigos
de Cristo nunca son puestos a un lado. En salud o enfermedad, en
vida o muerte, Dios los utiliza todavía. Cuando a causa de la malicia
de Satanás, los siervos de Cristo fueron perseguidos e impedidas sus
labores activas; cuando fueron echados en la cárcel, arrastrados al
cadalso o la hoguera, fué para que la verdad pudiera ganar un mayor
triunfo. Cuando estos fieles testigos sellaron su testimonio con su
sangre, muchas almas, hasta entonces en duda e incertidumbre, se
convencieron de la fe de Cristo, y valerosamente se decidieron por
él. De las cenizas de los mártires brotó una abundante cosecha para
Dios.
El celo y la fidelidad de Pablo y sus colaboradores, tanto como la
fe y obediencia de aquellos conversos al cristianismo, en circunstan-
cias tan amenazadoras, reprenden la falta de fe y pereza del ministro
de Cristo. El apóstol y sus colaboradores podrían haber argüído que
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sería inútil llamar al arrepentimiento y fe en Cristo a los siervos de
Nerón, sometidos como estaban a terribles tentaciones, rodeados
por formidables obstáculos y expuestos a una enconada oposición.
Aun cuando pudieran convencerse de la verdad, ¿cómo podrían obe-
decerla? Pero Pablo no razonó así; por la fe presentó el Evangelio
a esas almas; y entre los que oyeron hubo algunos que decidieron
obedecer a cualquier costo. No obstante los obstáculos y peligros,
aceptaron la luz y, confiando en que Dios les ayudaría, dejaron que
su luz iluminara a otros.
No solamente hubo conversos ganados a la verdad en la casa
de César, sino que después de su conversión permanecieron en esa
casa. No se sintieron con libertad de abandonar su puesto de deber,
porque las circunstancias no les agradaban más. La verdad los había
encontrado allí, y allí permanecieron, para que el cambio de su vida
y carácter testificara del poder transformador de la nueva fe.
¿Se sienten algunos tentados a presentar sus dificultades como
excusa para no testificar en favor de Jesús? Consideren la situación
de los discípulos en la casa de César, la depravación del empera-
dor y el libertinaje de la corte. Difícilmente podremos imaginarnos
circunstancias más desfavorables para una vida religiosa, y que oca-
sionen mayor sacrificio u oposición que aquéllas en que se hallaban
estos conversos. Sin embargo, en medio de dificultades y peligros
mantuvieron su fidelidad. A causa de obstáculos que parecen insupe-