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Los Hechos de los Apóstoles
gravemente se angustió porque habíais oído que había enfermado....
Así que le envío más presto, para que viéndole os volváis a gozar,
y yo esté con menos tristeza. Recibidle pues en el Señor con todo
gozo; y tened en estima a los tales: porque por la obra de Cristo
estuvo cercano a la muerte, poniendo su vida para suplir vuestra
falta en mi servicio.”
Por su mano, Pablo envió una carta a los creyentes filipenses, en
la cual les agradecía las dádivas que le enviaron. De todas las iglesias,
la de Filipos había sido la más liberal para suplir sus necesidades.
“Y sabéis también vosotros, oh Filipenses—decía el apóstol en su
carta,—que al principio del evangelio, cuando partí de Macedonia,
ninguna iglesia me comunicó en razón de dar y recibir, sino vosotros
solos. Porque aun a Tesalónica me enviasteis lo necesario una y
dos veces. No porque busque dádivas; mas busco fruto que abunde
en vuestra cuenta. Empero todo lo he recibido y tengo abundancia:
estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis, olor
de suavidad, sacrificio acepto, agradable a Dios.”
“Gracia sea a vosotros y paz de Dios nuestro Padre y del Señor
Jesucristo. Doy gracias a Dios en toda memoria de vosotros, siempre
en todas mis oraciones haciendo oración por todos vosotros con
gozo, por vuestra comunión en el evangelio, desde el primer día hasta
ahora: estando confiado de esto, que el que comenzó en vosotros la
buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; como me es
justo sentir esto de todos vosotros por cuanto os tengo en el corazón;
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y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, sois
todos vosotros compañeros de mi gracia. Porque Dios me es testigo
de cómo os amo a todos vosotros.... Y esto ruego, que vuestro amor
abunde aun más y más en ciencia y en todo conocimiento, para que
discernáis lo mejor: que seáis sinceros y sin ofensa para el día de
Cristo; llenos de frutos de justicia, que son por Jesucristo, a gloria y
loor de Dios.”
La gracia de Dios sostenía a Pablo en su encarcelamiento, ha-
bilitándolo para regocijarse en la tribulación. Con fe y convicción
escribió a sus hermanos filipenses que su prisión había resultado en
el adelantamiento del Evangelio. “Y quiero, hermanos—declaró,—
que sepáis que las cosas que me han sucedido, han redundado más
en provecho del evangelio; de manera que mis prisiones han sido
célebres en Cristo a todo el pretorio, y a todos los demás; y muchos