Página 337 - Los Hechos de los Ap

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Cartas escritas desde Roma
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de los hermanos en el Señor, tomando ánimo con mis prisiones, se
atreven mucho más a hablar la palabra sin temor.”
En esa experiencia de Pablo hay una lección para nosotros; nos
revela la manera en que Dios obra. El Señor puede sacar victoria
de lo que nos parece desconcierto y derrota. Estamos en peligro de
olvidar a Dios, de mirar las cosas que se ven, en vez de contemplar
con los ojos de la fe las cosas que no se ven. Cuando viene la desgra-
cia o el infortunio, estamos listos para culpar a Dios de negligencia
o crueldad. Si ve conveniente interrumpir nuestro servicio en alguna
actividad, nos lamentamos, sin detenernos a reflexionar que así Dios
puede estar obrando para nuestro bien. Necesitamos aprender que la
corrección es parte de su gran plan y que bajo la vara de la aflicción,
el cristiano puede hacer, a veces, más por su Maestro que cuando
está ocupado en el servicio activo.
Como ejemplo para la vida cristiana, Pablo señaló a los filipenses
a Cristo, “el cual siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación
ser igual a Dios: sin embargo se anonadó a sí mismo, tomando
forma de siervo, hecho semejante a los hombres: y hallado en la
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condición como hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente
hasta la muerte, y muerte de cruz.”
“Por tanto, amados míos—continúa,—como siempre habéis obe-
decido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora
en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor;
porque Dios es el que en vosotros obra así el querer como el hacer,
por su buena voluntad. Haced todo sin murmuraciones y contiendas,
para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin culpa en
medio de la nación maligna y perversa, entre los cuales resplande-
céis como luminares en el mundo; reteniendo la palabra de vida para
que yo pueda gloriarme en el día de Cristo, que no he corrido en
vano, ni trabajado en vano.”
Estas palabras fueron registradas para ayudar a cada alma que
lucha. Pablo presentó el nivel de perfección y mostró cómo puede
ser alcanzado. Dijo: “Ocupaos en vuestra salvación ... porque Dios
es el que en vosotros obra.”
La obra de ganar la salvación es una operación mancomunada.
Debe haber cooperación entre Dios y el pecador arrepentido. Es ne-
cesaria para la formación de principios rectos de carácter. El hombre
debe hacer fervientes esfuerzos para vencer lo que le impide obtener