Página 340 - Los Hechos de los Ap

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Capítulo 46—Pablo en libertad
Aunque la obra de Pablo en Roma se veía bendecida por la
conversión de muchas almas y el fortalecimiento y estímulo de los
fieles, se iban acumulando nubes amenazadoras no sólo sobre su
seguridad personal, sino también sobre la prosperidad de la iglesia.
Al llegar a Roma, había sido puesto bajo la custodia del capitán de
la guardia imperial, hombre justo e íntegro, por cuya benevolencia
tenía el apóstol relativa libertad para proseguir la obra del Evangelio.
Pero antes de concluir los dos años de encarcelamiento, ese capitán
fué relevado por otro, de quien el apóstol no podía esperar ningún
favor especial.
Los judíos se volvieron entonces más activos que nunca en sus
esfuerzos contra Pablo, y encontraron valiosa ayuda en la disoluta
mujer a quien Nerón había hecho su segunda esposa, la cual por ser
prosélita judía prestó toda su influencia en favor de los proyectos
homicidas contra el campeón del cristianismo.
Pablo no podía esperar mucha justicia del César a quien había
apelado. Nerón era de moral más degradada, y de carácter más
frívolo, y al mismo tiempo capaz de crueldades más atroces que
cuantos gobernantes le habían precedido. Las riendas del gobierno
no podrían haber sido confiadas a un monarca más despótico. El
primer año de su reinado se señaló por el envenenamiento de su
hermanastro, heredero legítimo al trono. De un abismo a otro de
vicios y de crímenes, Nerón había descendido hasta asesinar a su
propia madre y después a su esposa. No hubo atrocidad que no
perpetrase ni vileza ante la cual se detuviese. A cada alma noble
inspiraba solamente aborrecimiento y desprecio.
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Los detalles de la iniquidad practicada en su corte son demasiado
viles, demasiado horribles para ser descritos. Su malvada iniquidad
creó disgusto y aversión, aun en muchos de los que fueron obligados
a participar en sus crímenes. Estaban en constante temor tocante a
la próxima atrocidad que sugeriría. Sin embargo, todos los crímenes
que cometía Nerón no debilitaron la fidelidad de sus súbditos. Era
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