Página 369 - Los Hechos de los Ap

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Un fiel subpastor
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aflicciones de Cristo; para que también en la revelación de su gloria
os gocéis en triunfo.”
Al dirigirse a los ancianos de iglesia recordándoles sus responsa-
bilidades como subpastores del rebaño de Cristo, el apóstol escribió:
“Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, teniendo cui-
dado de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia
deshonesta, sino de un ánimo pronto; y no como teniendo señorío
sobre las heredades del Señor, sino siendo dechados de la grey. Y
cuando apareciere el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la
corona incorruptible de gloria.”
Los que ocupan la posición de subpastores deben ejercer una di-
ligente vigilancia sobre la grey del Señor. No debe ser una vigilancia
dictatorial, sino una que tienda a animar, fortalecer y levantar. Mi-
nistrar significa más que sermonear; representa un trabajo ferviente
y personal. La iglesia sobre la tierra está compuesta de hombres y
mujeres propensos a errar, los cuales necesitan paciencia y cuida-
doso esfuerzo para ser preparados y disciplinados para trabajar con
aceptación en esta vida y para que en la vida futura sean coronados
de gloria e inmortalidad. Se necesitan pastores—pastores fieles—
que no lisonjeen al pueblo de Dios ni lo traten duramente, sino que
lo alimenten con el pan de vida; hombres que sientan diariamente
en sus vidas el poder transformador del Espíritu Santo, y que abri-
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guen un fuerte y desinteresado amor hacia aquellos por los cuales
trabajan.
Los subpastores deben realizar una obra que requiere mucho tac-
to, siendo que han sido llamados a combatir en la iglesia la desunión,
el rencor, la envidia y los celos, y necesitan trabajar con el espíritu
de Cristo para poner las cosas en orden. Deben darse fieles amones-
taciones, el pecado debe ser reprendido, lo torcido enderezado, no
solamente por la obra del ministro desde el púlpito, sino también
por medio de la obra personal. El corazón descarriado podrá des-
aprobar el mensaje, juzgando incorrectamente y criticando al siervo
de Dios. Recuerde éste entonces que “la sabiduría que es de lo alto,
primeramente es pura, después pacífica, modesta, benigna, llena de
misericordia y de buenos frutos, no juzgadora, no fingida. Y el fruto
de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen paz.”
Santiago
3:17, 18
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