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Los Hechos de los Apóstoles
puede ser confirmada y asegurada firmemente. “Tenemos también—
declaró Pedro—la palabra profética más permanente, a la cual hacéis
bien de estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar
oscuro hasta que el día esclarezca, y el lucero de la mañana salga en
vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía
de la Escritura es de particular interpretación, porque la profecía
no fué en los tiempos pasados traída por voluntad humana, sino
los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados del Espíritu
Santo.”
Mientras exaltaba “la palabra profética más permanente” como
un guía seguro en tiempo de peligro, el apóstol amonestó solemne-
mente a la iglesia contra la antorcha de la falsa profecía, la que sería
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levantada por “falsos doctores, que introducirán encubiertamente
herejías de perdición, y negarán al Señor.” A esos falsos maestros,
aparecidos en la iglesia y considerados por muchos de los hermanos
en la fe como verdaderos, el apóstol los compara a “fuentes sin agua,
y nubes traídas de torbellino de viento; para los cuales está guardada
la oscuridad de las tinieblas para siempre.” “Sus postrimerías—
dice—les son hechas peores que los principios. Porque mejor les
hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia, que después
de haberlo conocido, tornarse atrás del santo mandamiento que les
fué dado.”
Mirando hacia adelante a través de los siglos hasta el tiempo del
fin, fué inspirado a señalar las condiciones que habrían de existir en
el mundo precisamente antes de la segunda venida de Cristo. “En
los postrimeros días vendrán burladores—escribió,—andando según
sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de
su advenimiento? porque desde el día en que los padres durmieron,
todas las cosas permanecen así como desde el principio de la crea-
ción.” Pero “cuando dirán, Paz y seguridad, entonces vendrá sobre
ellos destrucción de repente.”
1 Tesalonicenses 5:3
. No todos, sin
embargo, serían engañados por los artificios del enemigo. Cuando
el fin de todas las cosas terrenales esté cerca, se encontrarán fieles
creyentes capaces de discernir las señales de los tiempos. Aunque
un gran número de creyentes profesos negarán su fe por sus obras,
habrá un remanente que resistirá hasta el fin.
Pedro guardaba viva en su corazón la esperanza del regreso
de Cristo, y aseguró a la iglesia del infalible cumplimiento de la