Página 381 - Los Hechos de los Ap

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Juan el amado
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puesto de honor en ese reino, dijo: “Di que se sienten estos dos hijos
míos, el uno a tu mano derecha, y el otro a tu izquierda, en tu reino.”
Pero el Salvador contestó: “No sabéis lo que pedís: ¿podéis beber
el vaso que yo he de beber, y ser bautizados del bautismo de que yo
soy bautizado?” Sabiendo que sus palabras misteriosas señalaban
pruebas y sufrimiento, con todo contestaron confiadamente: “Pode-
mos.” Deseaban atribuirse el supremo honor de demostrar su lealtad
compartiendo todo lo que estaba por sobrevenir a su Señor.
“A la verdad mi vaso beberéis, y del bautismo de que yo soy bau-
tizado, seréis bautizados,” declaró Jesús, sabiendo que tenía delante
de sí una cruz en lugar de un trono y dos malhechores como compa-
ñeros, el uno a su mano derecha y el otro a su izquierda. Santiago y
Juan iban a ser partícipes con su Maestro en el sufrimiento,—el uno,
destinado a una muerte prematura por la espada, el otro seguiría a
su Maestro en trabajos, vituperio y persecución por más tiempo que
todos los demás discípulos. “Mas el sentaros a mi mano derecha y
a mi izquierda—continuó Jesús,—no es mío darlo, sino a aquellos
para quienes está aparejado de mi Padre.”
Mateo 20:21-23
.
Jesús entendió el motivo que impulsó el pedido, y por ello re-
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prendió la soberbia y ambición de sus dos discípulos: “Sabéis que
los príncipes de los Gentiles se enseñorean sobre ellos, y los que
son grandes ejercen sobre ellos potestad. Mas entre vosotros no será
así; sino el que quisiere entre vosotros hacerse grande, será vuestro
servidor; y el que quisiere entre vosotros ser el primero, será vuestro
siervo: como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para
servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”
Mateo 20:25-28
.
En el reino de Dios no se obtiene un puesto por medio del
favoritismo. No se gana, ni es otorgado por medio de una gracia
arbitraria. Es el resultado del carácter. La cruz y el trono son los
símbolos de una condición alcanzada, los símbolos de la conquista
propia por medio de la gracia de nuestro Señor Jesucristo.
Mucho después, cuando Juan había llegado a armonizar con Cris-
to por haberle seguido en sus sufrimientos, el Señor Jesús le reveló
cuál es la condición que nos acerca a su reino. “Al que venciere—
dijo Cristo,—yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así
como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”
Apocalipsis 3:21
. Aquel que ocupe el lugar más cerca de Cristo,
será el que haya bebido más profundamente de su espíritu de amor