Página 383 - Los Hechos de los Ap

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Juan el amado
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gracia del Salvador, su lenguaje sencillo era elocuente por el amor
que llenaba todo su ser.
A causa de su profundo amor hacia Cristo, Juan deseaba siempre
estar cerca de él. El Salvador amaba a los doce, pero el espíritu
de Juan era el más receptivo. Era más joven que los demás y con
mayor confianza infantil, abrió su corazón a Jesús. Así llegó a sim-
patizar más con Cristo, y mediante él, las más profundas lecciones
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espirituales de Cristo fueron comunicadas al pueblo.
Jesús ama a aquellos que representan al Padre, y Juan pudo
hablar del amor del Padre como no lo pudo hacer ningún otro de los
discípulos. Reveló a sus semejantes lo que sentía en su propia alma,
representando en su carácter los atributos de Dios. La gloria del
Señor se expresaba en su semblante. La belleza de la santidad que le
había transformado brillaba en su rostro con resplandor semejante
al de Cristo. En su adoración y amor contemplaba al Salvador hasta
que la semejanza a Cristo y el compañerismo con él llegaron a ser
su único deseo, y en su carácter se reflejó el carácter de su Maestro.
“Mirad—dijo—cual amor nos ha dado el Padre, que seamos
llamados hijos de Dios.... Muy amados, ahora somos hijos de Dios,
y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que
cuando él apareciere, seremos semejantes a él, porque le veremos
como él es.”
1 Juan 3:1, 2
.
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