Página 384 - Los Hechos de los Ap

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Capítulo 54—Un testigo fiel
Este capítulo está basado en 1 Juan.
Después de la ascensión de Cristo, Juan se destaca como fiel y
ardoroso obrero del Maestro. Juntamente con los otros discípulos
disfrutó del derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pente-
costés, y con renovado celo y poder continuó hablando a la gente
las palabras de vida, procurando llevar sus pensamientos hacia el
Invisible. Era un predicador poderoso, ferviente y profundamente
solícito. Con hermoso lenguaje y una voz musical, relataba las pala-
bras y las obras de Cristo; hablaba en una forma que impresionaba
los corazones de aquellos que le escuchaban. La sencillez de sus
palabras, el poder sublime de la verdad que enunciaba, y el fervor
que caracterizaba su enseñanza, le daban acceso a todas las clases
sociales.
La vida del apóstol estaba en armonía con su enseñanza. El amor
de Cristo que ardía en su corazón, le indujo a realizar una fervorosa
e incansable labor en favor de sus semejantes, especialmente por sus
hermanos en la iglesia cristiana.
Cristo había mandado a los primeros discípulos que se amasen
unos a otros como él los había amado. Así debían testificar al mundo
que Cristo, la esperanza de gloria, se había desarrollado en ellos. “Un
mandamiento nuevo os doy—había dicho:—Que os améis unos a
otros: como os he amado, que también os améis los unos a los otros.”
Juan 13:34
. Cuando se dijeron esas palabras, los discípulos no las
pudieron entender; pero después de presenciar los sufrimientos de
Cristo, después de su crucifixión, resurrección y ascensión al cielo, y
después que el Espíritu Santo descendió sobre ellos en Pentecostés,
tuvieron un claro concepto del amor de Dios y de la naturaleza del
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amor que debían tener el uno con el otro. Entonces Juan pudo decir
a sus condiscípulos:
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