Página 393 - Los Hechos de los Ap

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Transformado por gracia
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estudiar y seguir al Modelo divino. Ambos estuvieron íntimamen-
te relacionados con Jesús y tuvieron el privilegio de escuchar sus
enseñanzas. Cada uno poseía graves defectos de carácter. Y ambos
tuvieron acceso a la gracia divina que transforma el carácter. Pero
mientras uno en humildad aprendía de Jesús, el otro reveló que no
era un hacedor de la palabra, sino solamente un oidor. El uno, des-
truyendo diariamente el yo y venciendo al pecado, fué santificado
por medio de la verdad; el otro, resistiendo al poder transformador
de la gracia y dando rienda suelta a sus deseos egoístas, fué reducido
a servidumbre por Satanás.
Semejante transformación de carácter como la observada en
la vida de Juan, es siempre resultado de la comunión con Cristo.
Pueden existir defectos notables en el carácter de una persona, pero
cuando llega a ser un verdadero discípulo de Cristo, el poder de la
gracia divina le transforma y santifica. Contemplando como por un
espejo la gloria del Señor, es transformado de gloria en gloria, hasta
que llega a asemejarse a Aquel a quien adora.
Juan era un maestro de santidad, y en sus cartas a la iglesia señaló
reglas infalibles para la conducta de los cristianos. “Y cualquiera que
tiene esta esperanza en él—escribió,—se purifica, como él también
es limpio.” “El que dice que está en él, debe andar como él anduvo.”
1 Juan 3:3; 2:6
. Enseñó que el cristiano debe ser puro de corazón y
vida. Nunca debe estar satisfecho con una profesión vana. Así como
Dios es santo en su esfera, el hombre caído, por medio de la fe en
Cristo, debe ser santo en la suya.
El apóstol Pablo escribió: “Porque la voluntad de Dios es vuestra
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santificación.”
1 Tesalonicenses 4:3
. La santificación de la iglesia es
el propósito de Dios en todo su trato con su pueblo. Lo escogió desde
la eternidad, para que fuese santo. Dió a su Hijo para que muriese
por él, a fin de que fuese santificado por medio de la obediencia a la
verdad, despojándose de todas las pequeñeces del yo. Requiere de él
una obra personal, una entrega individual. Dios puede ser honrado
por los que profesan creer en él únicamente cuando se asemejan a
su imagen y son dirigidos por su Espíritu. Entonces, como testigos
del Salvador, pueden dar a conocer lo que ha hecho la gracia divina
por ellos.
La verdadera santificación es consecuencia del desarrollo del
principio del amor. “Dios es amor; y el que vive en amor, vive en