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Los Hechos de los Apóstoles
Hay quienes profesan santidad, quienes declaran que están com-
pletamente con el Señor, quienes pretenden tener derecho a las pro-
mesas de Dios, mientras rehusan prestar obediencia a sus manda-
mientos. Dichos transgresores de la ley quieren recibir todas las
cosas que fueron prometidas a los hijos de Dios; pero eso es presun-
ción de su parte, por cuanto Juan nos dice que el verdadero amor a
Dios será revelado mediante la obediencia a todos sus mandamien-
tos. No basta creer la teoría de la verdad, hacer una profesión de fe
en Cristo, creer que Jesús no es un impostor, y que la religión de la
Biblia no es una fábula por arte compuesta. “El que dice, Yo le he
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conocido, y no guarda sus mandamientos—escribió Juan,—el tal es
mentiroso, y no hay verdad en él, mas el que guarda su palabra, la
caridad de Dios está verdaderamente perfecta en él: por esto sabe-
mos que estamos en él.” “El que guarda sus mandamientos, está en
él, y él en él.”
1 Juan 2:4, 5
;
3:24
.
Juan no enseñó que la salvación puede ser ganada por la obe-
diencia; sino que la obediencia es el fruto de la fe y del amor. “Y
sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados—dijo,—y no
hay pecado en él. Cualquiera que permanece en él, no peca; cual-
quiera que peca, no le ha visto, ni le ha conocido.”
1 Juan 3:5, 6
. Si
permanecemos en Cristo, si el amor de Dios habita en el corazón,
nuestros sentimientos, pensamientos y acciones estarán de acuerdo
con la voluntad de Dios. El corazón santificado está en armonía con
los preceptos de su ley.
Muchos son los que, aunque se esfuerzan por obedecer los man-
damientos de Dios, tienen poca paz y alegría. Esa falta en su expe-
riencia es el resultado de no ejercer fe. Caminan como si estuvieran
en una tierra salitrosa, o en un desierto reseco. Demandan poco,
cuando podrían pedir mucho, por cuanto no tienen límite las prome-
sas de Dios. Los tales no representan correctamente la santificación
que viene mediante la obediencia a la verdad. El Señor desea que
todos sus hijos sean felices, llenos de paz y obedientes. Median-
te el ejercicio de la fe el creyente llega a poseer esas bendiciones.
Mediante ella puede ser suplida cada deficiencia del carácter, ca-
da contaminación purificada, cada falta corregida, cada excelencia
desarrollada.
La oración es el medio ordenado por el cielo para tener éxito
en el conflicto con el pecado y desarrollar el carácter cristiano. Las