Página 403 - Los Hechos de los Ap

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Patmos
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estaban de parte de la verdad, deben ser honrados y respetados. El
Señor desea que los obreros más jóvenes logren sabiduría, fuerza
y madurez por su asociación con esos hombres fieles. Reconozcan
los más jóvenes que al tener entre ellos tales obreros son altamente
favorecidos. Déseles un lugar honorífico en sus concilios.
A medida que los que han gastado su vida en el servicio de Cristo
se acercan al fin de su ministerio terrenal, serán impresionados por
el Espíritu Santo a recordar los incidentes por los cuales han pasado
en relación con la obra de Dios. El relato de su maravilloso trato con
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su pueblo, su gran bondad al librarlos de las pruebas, debe repetirse
a los que son nuevos en la fe. Dios desea que los obreros ancianos
y probados ocupen su lugar y hagan su parte para impedir que los
hombres y mujeres sean arrastrados hacia abajo por la poderosa
corriente del mal; desea que tengan puesta su armadura hasta que él
les mande deponerla.
En la experiencia que adquirió el apóstol Juan bajo la persecu-
ción, hay una lección de maravilloso poder y ánimo para el cristiano.
Dios no impide las conspiraciones de los hombres perversos, sino
que hace que sus ardides obren para bien a los que en la prueba y el
conflicto mantienen su fe y lealtad. A menudo los obreros evangéli-
cos realizan su trabajo en medio de tormentas y persecución, amarga
oposición e injusto oprobio. En momentos tales recuerden que la
experiencia que se adquiere en el horno de la prueba y aflicción vale
todo el dolor que costó. Así Dios acerca a sus hijos a sí mismo, para
poder mostrarles sus debilidades en contraste con su fortaleza. Les
enseña a apoyarse en él. Así los prepara para afrontar emergencias,
para ocupar puestos de confianza, y para cumplir el gran propósito
para el cual les concedió sus poderes.
En todos los tiempos los testigos señalados por Dios se han
expuesto al vituperio y la persecución por amor a la verdad. José
fué calumniado y perseguido porque mantuvo su virtud e integri-
dad. David, el mensajero escogido de Dios, fué perseguido por sus
enemigos como una fiera. Daniel fué echado al foso de los leones
porque se mantuvo fiel al cielo. Job fué privado de sus posesiones
terrenales y estuvo tan enfermo que le aborrecieron sus parientes y
amigos; pero aun así mantuvo su integridad. Jeremías no pudo ser
disuadido de decir las palabras que Dios le había ordenado hablar; y
su testimonio enfureció tanto al rey y a los príncipes que le echaron