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Los Hechos de los Apóstoles
En el Apocalipsis están reveladas las cosas profundas de Dios. El
nombre mismo que fué dado a sus páginas inspiradas: El Apocalipsis
o la Revelación, contradice la afirmación de que es un libro sellado.
Una revelación es algo revelado. El Señor mismo reveló a su siervo
los misterios contenidos en dicho libro y es su propósito que estén
abiertos al estudio de todos. Sus verdades se dirigen tanto a los que
viven en los últimos días de la historia de esta tierra como a los
que vivían en los días de Juan. Algunas de las escenas descritas en
esa profecía pertenecen al pasado, otras se están cumpliendo ahora;
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algunas tienen que ver con el fin del gran conflicto entre los poderes
de las tinieblas y el Príncipe del cielo, y otras revelan los triunfos y
alegrías de los redimidos en la tierra nueva.
Nadie piense que al no poder explicar el significado de cada
símbolo del Apocalipsis, es inútil seguir escudriñando el libro en
un esfuerzo de conocer el significado de la verdad que contiene. El
que reveló esos misterios a Juan dará al investigador diligente de la
verdad un goce anticipado de las cosas celestiales. Los que tengan
sus corazones abiertos para la recepción de la verdad, serán capaci-
tados para entender sus enseñanzas, y se les otorgará la bendición
prometida a los que “oyen las palabras de esta profecía, y guardan
las cosas en ella escritas.”
En el Apocalipsis todos los libros de la Biblia se encuentran y
terminan. En él está el complemento del libro de Daniel. Uno es
una profecía, el otro una revelación. El libro que fué sellado no fué
el Apocalipsis, sino aquella porción de la profecía de Daniel que
se refiere a los últimos días. El ángel ordenó: “Tú empero Daniel,
cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin.”
Daniel
12:4
.
Fué Cristo quien ordenó al apóstol que escribiera lo que le iba a
ser revelado. “Escribe en un libro lo que ves—le mandó,—y envíalo
a las siete iglesias que están en Asia; a Efeso, y a Smirna, y a
Pérgamo, y a Tiatira, y a Sardis, y a Filadelfia, y a Laodicea.” “Yo
soy ... el que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo por siglos
de siglos.... Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que
han de ser después de éstas: el misterio de las siete estrellas que has
visto en mi diestra, y los siete candeleros de oro. Las siete estrellas
son los ángeles de las siete iglesias; y los siete candeleros que has
visto, son las siete iglesias.”
Apocalipsis 1:11, 17-20
.