Página 43 - Los Hechos de los Ap

Basic HTML Version

El don del espíritu
39
hechos los recipientes de bendiciones especiales que los transformen
y capaciten para servir.
Es cierto que en el tiempo del fin, cuando la obra de Dios en
la tierra esté por terminar, los fervientes esfuerzos realizados por
los consagrados creyentes bajo la dirección del Espíritu Santo irán
[45]
acompañados por manifestaciones especiales del favor divino. Ba-
jo la figura de la lluvia temprana y tardía que cae en los países
orientales al tiempo de la siembra y la cosecha, los profetas hebreos
predijeron el derramamiento de la gracia espiritual en una medi-
da extraordinaria sobre la iglesia de Dios. El derramamiento del
Espíritu en los días de los apóstoles fué el comienzo de la lluvia
temprana, y gloriosos fueron los resultados. Hasta el fin del tiempo,
la presencia del Espíritu ha de morar con la iglesia fiel.
Pero acerca del fin de la siega de la tierra, se promete una con-
cesión especial de gracia espiritual, para preparar a la iglesia para
la venida del Hijo del hombre. Este derramamiento del Espíritu se
compara con la caída de la lluvia tardía; y en procura de este poder
adicional, los cristianos han de elevar sus peticiones al Señor de
la mies “en la sazón tardía.”
Zacarías 10:1
. En respuesta, “Jehová
hará relámpagos, y os dará lluvia abundante.” “Hará descender sobre
vosotros lluvia temprana y tardía.”
Joel 2:23
.
Pero a menos que los miembros de la iglesia de Dios hoy tengan
una relación viva con la fuente de todo crecimiento espiritual, no
estarán listos para el tiempo de la siega. A menos que mantengan
sus lámparas aparejadas y ardiendo, no recibirán la gracia adicional
en tiempo de necesidad especial.
Únicamente los que estén recibiendo constantemente nueva pro-
visión de gracia, tendrán una fuerza proporcional a su necesidad
diaria y a su capacidad de emplearla. En vez de esperar algún tiem-
po futuro en que, mediante el otorgamiento de un poder espiritual
especial, sean milagrosamente hechos idóneos para ganar almas, se
entregan diariamente a Dios, para que los haga vasos dignos de ser
empleados por él. Diariamente están aprovechando las oportunida-
des de servir que están a su alcance. Diariamente están testificando
por el Maestro dondequiera que estén, ora sea en alguna humilde
esfera de trabajo o en el hogar, o en un ramo público de utilidad.
Para el obrero consagrado es una maravillosa fuente de consuelo
[46]
el saber que aun Cristo durante su vida terrenal buscaba a su Padre