Página 67 - Los Hechos de los Ap

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Los siete diáconos
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Los discípulos de Jesús habían llegado a una crisis. Bajo la sa-
bia dirección de los apóstoles, que habían trabajado unidos en el
poder del Espíritu Santo, la obra encomendada a los mensajeros del
Evangelio se había desarrollado rápidamente. La iglesia estaba en-
sanchándose de continuo, y este aumento de miembros acrecentaba
las pesadas cargas de los que ocupaban puestos de responsabilidad.
Ningún hombre, ni grupo de hombres, podría continuar llevando
esas cargas solo, sin poner en peligro la futura prosperidad de la
iglesia. Se necesitaba una distribución adicional de las responsabili-
dades que habían sido llevadas tan fielmente por unos pocos durante
los primeros días de la iglesia. Los apóstoles debían dar ahora un
paso importante en el perfeccionamiento del orden evangélico en la
iglesia, colocando sobre otros algunas de las cargas llevadas hasta
ahora por ellos.
Los apóstoles reunieron a los fieles en asamblea, e inspirados
por el Espíritu Santo, expusieron un plan para la mejor organización
de todas las fuerzas vivas de la iglesia. Dijeron los apóstoles que
había llegado el tiempo en que los jefes espirituales debían ser
relevados de la tarea de socorrer directamente a los pobres, y de
cargas semejantes, pues debían quedar libres para proseguir con
la obra de predicar el Evangelio. Así que dijeron: “Buscad pues,
hermanos, siete varones de vosotros de buen testimonio, llenos de
Espíritu Santo y de sabiduría, los cuales pongamos en esta obra. Y
nosotros persistiremos en la oración, y en el ministerio de la palabra.”
Siguieron los fieles este consejo, y por oración e imposición de
manos fueron escogidos solemnemente siete hombres para el oficio
de diáconos.
El nombramiento de los siete para tomar a su cargo determinada
modalidad de trabajo fué muy beneficioso a la iglesia. Estos oficiales
cuidaban especialmente de las necesidades de los miembros así
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como de los intereses económicos de la iglesia; y con su prudente
administración y piadoso ejemplo, prestaban importante ayuda a sus
colegas para armonizar en unidad de conjunto los diversos intereses
de la iglesia.
Esta medida estaba de acuerdo con el plan de Dios, como lo
demostraron los inmediatos resultados que en bien de la iglesia
produjo. “Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos
se multiplicaba mucho en Jerusalem: también una gran multitud de