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Los Hechos de los Apóstoles
palabras, que conmovieron hasta el alma a cuantos las escucharon,
quedaron en las mentes de los circunstantes y atestiguaron la verdad
de lo que él había proclamado. Su muerte fué una dura prueba para
la iglesia; pero en cambio produjo convicción en Saulo, quien no
podía borrar de su memoria la fe y la constancia del mártir y el
resplandor que había iluminado su semblante.
En el proceso y muerte de Esteban, denotó Saulo estar imbuído
de un celo frenético. Después se irritó por su secreto convencimiento
de que Esteban había sido honrado por Dios en el mismo momento
en que los hombres le infamaban. Saulo continuó persiguiendo a la
iglesia de Dios, acosando a los cristianos, prendiéndolos en sus casas
y entregándolos a los sacerdotes y magistrados para encarcelarlos y
matarlos. Su celo en llevar a cabo esta persecución llenó de terror
a los cristianos de Jerusalén. Las autoridades romanas no hicieron
mayor esfuerzo para detener esta cruel obra, sino que ayudaban
secretamente a los judíos con el objeto de reconciliarse con ellos y
asegurarse sus simpatías.
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Después de la muerte de Esteban, Saulo fué elegido miembro
del Sanedrín en premio a la parte que había tomado en aquella
ocasión. Durante algún tiempo fué un poderoso instrumento en
manos de Satanás para proseguir su rebelión contra el Hijo de Dios.
Pero pronto este implacable perseguidor iba a ser empleado para
edificar la iglesia que estaba a la sazón demoliendo. Alguien más
poderoso que Satanás había escogido a Saulo para ocupar el sitio del
martirizado Esteban, para predicar y sufrir por el Nombre y difundir
extensamente las nuevas de salvación por medio de su sangre.
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