Página 77 - Los Hechos de los Ap

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Capítulo 11—El evangelio en Samaria
Este capítulo está basado en Hechos 8.
Después de la muerte de Esteban, se levantó contra los creyen-
tes de Jerusalén una persecución tan violenta que “todos fueron
esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria.” Saulo “asolaba la
iglesia entrando por las casas: y trayendo hombres y mujeres, los
entregaba en la cárcel.” En cuanto a su celo en esta cruel obra, él dijo
ulteriormente: “Yo ciertamente había pensado deber hacer muchas
cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret: lo cual también hice
en Jerusalem, y yo encerré en cárceles a muchos de los santos....
Y muchas veces, castigándolos por todas las sinagogas, los forcé a
blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los perseguí hasta
en las ciudades extrañas.” Por las palabras de Saulo: “Cuando eran
matados, yo di mi voto,” puede verse que Esteban no era el único
que sufrió la muerte.
Hechos 26:9-11
.
En este tiempo de peligro, Nicodemo confesó sin temor su fe
en el Salvador crucificado. Nicodemo era miembro del Sanedrín,
y con otros había sido conmovido por la enseñanza de Jesús. Al
presenciar las maravillosas obras de Cristo, se había apoderado de
él la convicción de que ése era el enviado de Dios. Por cuanto era
demasiado orgulloso para reconocer abiertamente su simpatía por el
Maestro galileo, había procurado tener una entrevista secreta. En esa
entrevista, Jesús le había expuesto el plan de la salvación y su misión
en el mundo; sin embargo Nicodemo había seguido vacilante. Ocultó
la verdad en su corazón, y por tres años hubo poco fruto aparente.
Pero aunque Nicodemo no había reconocido públicamente a Cristo,
repetidas veces había desbaratado en el Sanedrín las maquinaciones
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de los sacerdotes de destruirlo. Cuando al fin Cristo fué crucificado,
Nicodemo recordó las palabras que le había hablado en la entrevista
nocturna en el Monte de las Olivas: “Como Moisés levantó la ser-
piente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea
levantado” (
Juan 3:14
); y vió en Jesús al Redentor del mundo.
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