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Los Hechos de los Apóstoles
Es un error fatal suponer que la obra de salvar almas depende
solamente del ministerio. El humilde y consagrado creyente a quien
el Señor de la viña le ha dado preocupación por las almas, debe
ser animado por los hombres a quienes Dios ha confiado mayores
responsabilidades. Los dirigentes de la iglesia de Dios han de com-
prender que la comisión del Salvador se da a todo el que cree en su
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nombre. Dios enviará a su viña a muchos que no han sido dedicados
al ministerio por la imposición de las manos.
Cientos, sí, miles que han oído el mensaje de salvación, están
todavía ociosos en la plaza, cuando podrían estar empleados en algún
ramo de servicio activo. A los tales Cristo les dice: “¿Por qué estáis
aquí todo el día ociosos?” y añade: “Id también vosotros a mi viña.”
Mateo 20:6, 7
. ¿Por qué muchos más no responden al llamado? ¿Es
porque se consideran excusados por el hecho de no predicar desde
el púlpito? Ojalá entiendan que hay una gran obra que debe hacerse
fuera del púlpito, por miles de consagrados miembros laicos.
Largo tiempo ha esperado Dios que el espíritu de servicio se
posesione de la iglesia entera, de suerte que cada miembro trabaje
por él según su capacidad. Cuando los miembros de la iglesia de
Dios efectúen su labor señalada en los campos menesterosos de su
país y del extranjero, en cumplimiento de la comisión evangélica,
pronto será amonestado el mundo entero, y el Señor Jesús volverá a
la tierra con poder y grande gloria. “Y será predicado este evangelio
del reino en todo el mundo, por testimonio a todos los Gentiles; y
entonces vendrá el fin.”
Mateo 24:14
.
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