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Los Hechos de los Apóstoles
demostración del Espíritu y de poder,” para que la fe de todos los
que lo oyeran “no esté fundada en sabiduría de hombres, mas en
poder de Dios.”
1 Corintios 1:17; 2:4, 5
.
Mientras Pablo escudriñaba las Escrituras, descubrió que a través
de los siglos, “no ... muchos sabios según la carne, no muchos
poderosos, no muchos nobles; antes lo necio del mundo escogió
Dios, para avergonzar a los sabios; y lo flaco del mundo escogió Dios,
para avergonzar lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado
escogió Dios, y lo que no es, para desahacer lo que es: para que
ninguna carne se jacte en su presencia.”
1 Corintios 1:26-29
. Y
así, viendo la sabiduría del mundo a la luz de la cruz, Pablo se
propuso “no conocer nada, ... sino a Jesucristo, y a éste crucificado.”
1 Corintios 2:2 (VM)
.
En el curso de su ministerio ulterior, Pablo nunca perdió de vista
la fuente de su sabiduría y fuerza. Oídlo años más tarde declarar
todavía: “Para mí el vivir es Cristo.”
Filipenses 1:21
. Y otra vez:
“Y ciertamente, aun reputo todas las cosas pérdida por el eminente
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conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he
perdido todo, ... para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo
mi justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la
justicia que es de Dios por la fe; a fin de conocerle, y la virtud de
su resurrección, y la participación de sus padecimientos.”
Filipenses
3:8-10
.
De Arabia volvió Pablo “de nuevo a Damasco” (
Gálatas 1:17
),
“y hablaba confiadamente en el nombre de Jesús.” Incapaces los
judíos de rebatir la sabiduría de sus argumentos, “hicieron entre
sí consejo de matarle.” Día y noche guardaron diligentemente las
puertas de la ciudad para que no escapara. Esta crisis movió a los
discípulos a buscar a Dios ardientemente, y al fin, “tomándole de
noche, le bajaron por el muro en una espuerta.”
Después de haber huído de Damasco, fué Pablo a Jerusalén
a los tres años de su conversión, con el principal objeto de “ver
a Pedro,” según él mismo declaró después. Al llegar a la ciudad
donde tan conocido fuera un tiempo como Saulo el perseguidor,
“tentaba de juntarse con los discípulos; mas todos tenían miedo de
él, no creyendo que era discípulo.” Era difícil para ellos creer que
ese fanático fariseo, que tanto había hecho para destruir la iglesia,
pudiese llegar a ser un sincero seguidor de Jesús. “Entonces Bernabé,