Página 98 - Los Hechos de los Ap

Basic HTML Version

94
Los Hechos de los Apóstoles
que por esta manifestación de su poder, la causa de Cristo fuese
fortalecida.
Mientras Pedro estaba todavía en Joppe, fué llamado a llevar el
Evangelio a Cornelio en Cesarea.
Cornelio era un centurión romano, hombre rico y de noble linaje,
y ocupaba una posición de responsabilidad y honor. Aunque pagano
de nacimiento y educación, por su contacto con los judíos había
adquirido cierto conocimiento de Dios, y le adoraba con corazón
veraz, demostrando la sinceridad de su fe por su compasión hacia
los pobres. Era muy conocido por su beneficencia, y su rectitud le
daba buen renombre tanto entre los judíos como entre los gentiles.
Su influencia era una bendición para todos aquellos con quienes se
relacionaba. El Libro inspirado le describe como “un hombre pío y
temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al
pueblo, y oraba a Dios siempre.”
Considerando a Dios como Creador de los cielos y la tierra, Cor-
nelio le reverenciaba, reconocía su autoridad, y buscaba su consejo
en todos los asuntos de la vida. Era fiel a Jehová tanto en su vida
familiar como en sus deberes oficiales. Había erigido altar a Dios
en su hogar, pues no se atrevía a intentar llevar a cabo sus planes ni
desempeñar sus responsabilidades sin ayuda divina.
Aunque creía en las profecías y esperaba la venida del Mesías,
Cornelio no tenía conocimiento del Evangelio según se revelaba en
la vida y muerte de Cristo. No era miembro de la congregación judía,
y habría sido considerado por los rabinos como pagano e inmundo.
Pero el mismo santo Vigía que dijo de Abrahán: “Le conozco,”
conocía también a Cornelio, y le mandó un mensaje directo del
cielo.
El ángel se le apareció a Cornelio mientras estaba orando. Al oír
[109]
el centurión que se lo llamaba por nombre, tuvo miedo. Sin embargo,
sabía que el mensajero había venido de Dios, y dijo: “¿Qué es,
Señor?” El ángel contestó: “Tus oraciones y tus limosnas han subido
en memoria a la presencia de Dios. Envía pues ahora hombres a
Joppe, y haz venir a un Simón, que tiene por sobrenombre Pedro.
Este posa en casa de un Simón curtidor, que tiene su casa junto a la
mar.”
El carácter explícito de estas indicaciones, en las que se nom-
braba hasta la ocupación del hombre en cuya casa posaba Pedro,