Página 126 - El Hogar Cristiano (2007)

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El Hogar Cristiano
Pero sea la casa humilde o elegante, sean sus accesorios costosos
o baratos, no habrá felicidad entre sus paredes a menos que el espíritu
de los habitantes armonice con la voluntad divina. El contentamiento
debe reinar en la familia
La parte mejor de la casa, las piezas más asoleadas y atrayentes,
deben ser usadas diariamente por los que viven realmente en la casa.
Esto hará que el hogar resulte atractivo para sus miembros y también
para los amigos que nos aprecian y benefician, como nosotros los
beneficiamos a ellos
La comodidad y el bienestar de los niños
—No se necesitan
muebles ni accesorios costosos para dejar a los niños contentos y
felices en sus hogares, pero es necesario que los padres les concedan
amor tierno y cuidadosa atención
Cuatro paredes y muebles costosos, alfombras afelpadas, espejos
elegantes y hermosos cuadros no son cosas que constituyan un
“hogar” si faltan la simpatía y el amor. Aquella palabra sagrada
no incumbe a la resplandeciente mansión donde se desconocen los
goces de la vida doméstica....
En realidad, la comodidad y el bienestar de los niños vienen
a ser lo último en que se piensa en una casa tal. Los descuida la
madre, que dedica todo su tiempo a la apariencia y a satisfacer
las exigencias de una sociedad elegante. El intelecto de los niños
no recibe preparación y ellos adquieren malos hábitos; se vuelven
inquietos y descontentos. No hallando placer en su casa, sino tan sólo
restricciones incómodas, se separan del círculo familiar en cuanto
les resulte posible. Con poca vacilación se arrojan al vasto mundo,
sin que los refrene la influencia del hogar ni los tiernos consejos que
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de él debieran provenir
No les digáis como he oído a muchas madres decir: “No hay
lugar para ti aquí en la sala. No te sientes en este sofá tapizado de
damasco. No queremos que te sientes en ese canapé.” Y cuando van
a otra pieza se les advierte: “No queremos oírte hacer ruido aquí.”
Si van a la cocina, la cocinera les dice: “No puedo aguantar que me
molestes aquí. Vete afuera con tu ruido; me estorbas.” ¿Adónde van
para educarse? A la calle
La bondad y el amor valen más que el lujo
—Llevamos de-
masiadas congojas y cargas a nuestras familias, y en ellas no se
aprecian lo suficiente la sencillez, la paz y la dicha. Deberíamos