Página 125 - El Hogar Cristiano (2007)

Basic HTML Version

La casa, su construcción y sus muebles
121
pero cómodos. Había además alguno que otro sofá también cómodo,
[137]
pues cada uno de esos muebles parecía decir: Pruébeme, descanse
en mí. Había mesas con libros y revistas. Todo resultaba aseado y
atractivo, pero sin ese arreglo preciso que parece advertir a todos los
espectadores que no toquen cosa alguna, no sea que la desplacen de
su lugar.
Los propietarios de esa casa placentera tenían medios para amue-
blar y embellecer su residencia en forma costosa, pero por prudencia
habían preferido la comodidad a la ostentación. No había en la casa
nada que se considerase demasiado bueno para el uso general, y
las cortinas y persianas no se mantenían cerradas para evitar que se
ajasen las alfombras y los muebles. Allí tenían libre acceso la luz
solar y el aire provenientes de Dios, así como la fragancia de las
flores del jardín. Por supuesto la familia vivía a tono con su casa;
sus miembros eran alegres e interesantes; hacían todo lo necesario
para que estuviéramos cómodos, sin apremiarnos con tanta atención
que nos infundiesen el temor de estar causando demasiada molestia.
Aquello nos parecía un lugar de descanso. Era un hogar en el sentido
más pleno del vocablo
Un principio aplicable a los adornos
—La rígida precisión que
hemos mencionado como rasgo desagradable de tantos hogares no
concuerda con el gran plan de la naturaleza. Dios no hizo crecer las
flores del campo en cuadros regulares, con bordes meticulosos, sino
que las dispersó como gemas en la verde pradera, y hermosean la
tierra con su variedad de formas y colores. Los árboles del bosque
no están en orden regular. Resulta descansado para el ojo recorrer
las escenas de la naturaleza por selvas, colinas y valles, llanuras y
ríos, y disfrutar de la infinita diversidad de formas y colores, así
como de la belleza con que árboles, arbustos y flores, agrupados en
el jardín de la naturaleza, constituyen un cuadro deleitoso. En él
hallan satisfacción y placer tanto los niños como los jóvenes y los
ancianos.
[138]
En cierta medida esta ley de la variedad puede cumplirse en el
hogar. Debe haber en la casa una armonía apropiada de colores y
conveniencia general en los muebles; pero el buen gusto no exige
que cada mueble pertenezca al mismo estilo por su diseño, material
o tapizado; sino que por lo contrario agrada más al ojo el que haya
una variedad armoniosa.