Página 135 - El Hogar Cristiano (2007)

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El tamaño de la familia
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los padres a considerar este asunto teniendo en cuenta las realidades
futuras y eternas
Consideraciones económicas
—[Los padres] deben considerar
con calma cómo han de proveer para sus hijos. No tienen derecho
de traer al mundo hijos para que sean una carga para otros. ¿Tienen
una ocupación con la cual pueden contar para sostener a una familia
sin que necesiten ser una carga para otros? Si no la tienen, cometen
un crimen al traer a este mundo hijos para que sufran por falta de
cuidados, alimentos y ropas convenientes
Los que carecen seriamente de tino comercial y que son los me-
nos preparados para progresar en el mundo llenan generalmente sus
casas de hijos, mientras que por lo común los hombres capacitados
para adquirir propiedades no tienen más hijos de los que pueden
atender debidamente. Los que no están preparados para atenderse a
sí mismos no debieran tener hijos
Crean a veces perplejidades para la iglesia
—Muchos que ape-
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nas pueden vivir cuando están solteros, deciden casarse y criar una
familia, cuando saben que no tienen con qué sostenerla. Y lo peor
es que no tienen ningún gobierno de su familia. Toda su conducta
en la familia se caracteriza por hábitos de negligencia. No ejercen
ningún dominio propio, y son apasionados, impacientes e inquietos.
Cuando los tales aceptan el mensaje, les parece que tienen derecho
a la ayuda de sus hermanos más pudientes; y si no se satisfacen sus
expectativas, se quejan de la iglesia, y la acusan de no vivir conforme
a su fe. ¿Quiénes deben sufrir en este caso? ¿Se debe desangrar la
causa de Dios y agotar su tesorería, para cuidar de estas familias
pobres y numerosas? No. Los padres deben ser los que sufran. Por
lo general, no sufrirán mayor escasez después de aceptar el sábado
que antes
Se restringe el servicio misionero
—Al enviar misioneros a paí-
ses lejanos, deben elegirse hombres que sepan economizar, que no
tengan familias grandes y que, comprendiendo la brevedad del tiem-
po y la gran obra que debe realizarse, no llenarán de hijos sus casas
y sus manos, sino que se mantendrán tan libres como les sea posible
de cuanto desviaría su ánimo de la gran obra que les toca hacer. La
esposa, si es consagrada y tiene libertad para hacerlo, puede, traba-
jando al lado de su esposo, realizar tanto como él. Dios ha bendecido
a la mujer con talentos que debe usar para glorificarle conduciendo