Página 14 - El Hogar Cristiano (2007)

Basic HTML Version

Capítulo 1—La atmósfera del hogar
El hogar es el centro de toda actividad
—La sociedad se com-
pone de familias, y será lo que la hagan las cabezas de familia. Del
corazón “mana la vida;” y el hogar es el corazón de la sociedad, de
la iglesia y de la nación
La elevación o la decadencia futura de la sociedad será determi-
nada por los modales y la moralidad de la juventud que se va criando
en derredor nuestro. Según se hayan educado los jóvenes y en la
medida en que su carácter fué amoldado en la infancia por hábitos
virtuosos, de dominio propio y temperancia, será su influencia sobre
la sociedad. Si se los deja sin instrucción ni control, y como resulta-
do llegan a ser tercos, intemperantes en sus apetitos y pasiones, así
será su influencia futura en lo que se refiere a amoldar la sociedad.
Las compañías que frecuenten los jóvenes ahora, los hábitos que
adquieran y los principios que adopten indican cuál será el estado
de la sociedad durante los años venideros
El más dulce de los cielos
—El hogar debe ser hecho todo lo
que la palabra implica. Debe ser un pequeño cielo en la tierra, un
lugar donde los afectos son cultivados en vez de ser estudiosamente
reprimidos. Nuestra felicidad depende de que se cultive así el amor,
la simpatía y la verdadera cortesía mutua
[12]
El símbolo más dulce del cielo es un hogar presidido por el
espíritu del Señor. Si se cumple la voluntad de Dios, los esposos se
respetarán mutuamente y cultivarán el amor y la confianza
Importancia del ambiente hogareño
—La atmósfera que rodea
las almas de padres y madres llena toda la casa, y se siente en todo
departamento del hogar
Unos cuantos de los libros de la Sra. E. G. de White que se citan en esta obra
han sido traducidos al castellano a través de los años. En todos los casos en que resultó
posible, las citas se transcribieron de las ediciones publicadas en la Biblioteca del Hogar
Cristiano, a la cual se incorporó también la edición revisada y corregida de “El Ministerio
de Curación.”—El traductor.
10