La atmósfera del hogar
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Los padres crean en extenso grado la atmósfera que reina en el
círculo del hogar, y donde hay desacuerdo entre el padre y la madre,
los niños participan del mismo espíritu. Impregnad la atmósfera
de vuestro hogar con la fragancia de un espíritu tierno y servicial.
Si os habéis convertido en extraños y no habéis sido cristianos de
acuerdo con la Biblia, convertíos; porque el carácter que adquiráis
durante el tiempo de gracia será el carácter que tendréis cuando
venga Cristo. Si queréis ser santos en el cielo, debéis ser santos
primero en la tierra. Los rasgos de carácter que cultivéis en la vida
no serán cambiados por la muerte ni por la resurrección. Saldréis
de la tumba con la misma disposición que manifestasteis en vuestro
hogar y en la sociedad. Jesús no cambia nuestro carácter al venir.
La obra de transformación debe hacerse ahora. Nuestra vida diaria
determina nuestro destino
La creación de una atmósfera pura
—Todo hogar cristiano
debe tener reglas; y los padres deben, por sus palabras y su conducta
el uno hacia el otro, dar a los hijos un ejemplo vivo y precioso de
lo que desean verlos llegar a ser. Debe manifestarse pureza en la
conversación y debe practicarse constantemente la verdadera cortesía
cristiana. Enseñemos a los niños y jóvenes a respetarse a sí mismos,
a ser fieles a Dios y a los buenos principios; enseñémosles a respetar
y obedecer la ley de Dios. Estos principios regirán entonces su vida
y los pondrán en práctica en sus relaciones con los demás. Crearán
una atmósfera pura, que ejerza una influencia tendiente a alentar a
las almas débiles en la senda hacia arriba que conduce a la santidad
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y al cielo. Sea cada lección de un carácter elevador y ennoblecedor,
y las anotaciones hechas en los libros de los cielos serán tales que
no nos avergonzaremos de ellas en el juicio.
Los niños que reciban esta clase de instrucción ... estarán prepa-
rados para ocupar puestos de responsabilidad y, mediante el precepto
y el ejemplo, estarán constantemente ayudando a otros a hacer lo
recto. Aquellos cuyas sensibilidades morales no hayan sido em-
botadas apreciarán los buenos principios; estimarán correctamente
sus dotes naturales y darán el mejor uso posible a sus facultades
físicas, mentales y morales. Esas almas se ven grandemente fortale-
cidas contra la tentación; están rodeadas de una muralla que no se
derribará fácilmente