Página 192 - El Hogar Cristiano (2007)

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El Hogar Cristiano
La obra de la madre le fué asignada por Dios, a saber la de criar
a sus hijos en la disciplina y admonición del Señor. Debe recordar
siempre a sus tiernos intelectos el amor y temor de Dios. Cuando los
corrige, debe enseñarles a considerar que son amonestados por Dios,
a quien desagradan el engaño, la falsedad y las malas acciones. De
esta manera el espíritu de los pequeñuelos podrá relacionarse con
Dios en forma tal que todo lo que hagan y digan será para gloria de
él; y en años ulteriores no serán como el junco bajo el viento y no
vacilarán continuamente entre sus inclinaciones y el deber
Conducirlos a Jesús no es todo lo que se requiere.... Estos niños
han de ser educados y preparados para llegar a ser discípulos de
Cristo, para “que nuestros hijos sean como plantas crecidas en su
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juventud; nuestras hijas como las esquinas labradas a manera de
las de un palacio.” A la madre incumbe esta obra de modelado,
refinamiento y pulimento. El carácter del niño debe ser desarrollado.
La madre debe grabar en las tablillas del corazón lecciones tan
perdurables como la eternidad; y tendrá por cierto que arrostrar el
desagrado del Señor si descuida esta obra sagrada o permite que
cualquier cosa la estorbe en ella.... La madre cristiana tiene su obra,
que Dios le ha señalado, y no la descuidará si vive en estrecha
relación con Dios y compenetrada de su Espíritu
Su grande y noble misión
—A toda madre se le confían oportu-
nidades de valor inestimable e intereses infinitamente valiosos. El
humilde conjunto de deberes que las mujeres han llegado a conside-
rar como una tarea tediosa debiera ser mirado como una obra noble
y grandiosa. La madre tiene el privilegio de beneficiar al mundo por
su influencia, y al hacerlo impartirá gozo a su propio corazón. A
través de luces y sombras, puede trazar sendas rectas para los pies
de sus hijos, que los llevarán a las gloriosas alturas celestiales. Pero
sólo cuando ella procura seguir en su propia vida el camino de las
enseñanzas de Cristo, puede la madre tener la esperanza de formar
el carácter de sus niños de acuerdo con el modelo divino
Entre todas las actividades de la vida, el deber más sagrado de la
madre es para con sus hijos. Pero ¡cuán a menudo se deja de lado
este deber para buscar alguna satisfacción egoísta! A los padres han
sido confiados los intereses actuales y eternos de sus hijos. Han de
empuñar las riendas del gobierno y guiar a sus familias para que