Capítulo 42—La salud de la madre y su apariencia
personal
La salud de la madre debe apreciarse
—Hay que velar con ca-
riño por las fuerzas de la madre. En vez de permitir que las malgaste
en tareas agotadoras, hay que reducir sus cuidados y cargas. Muchas
veces el esposo y padre desconoce las leyes físicas que el bienestar
de su familia exige que conozca. Absorto en la lucha por la vida, o
empeñado en labrarse una fortuna y acosado por cuidados y apuros,
permite que caigan sobre la esposa y madre cargas que agotan sus
fuerzas en el período más crítico de su vida y le causan debilidad y
enfermedad
Concuerda con su propio interés y el de su familia que se ahorre
todo recargo innecesario de trabajo y que emplee todos los medios
de que dispone para conservar la vida, la salud y las energías que
Dios le dió. Porque necesitará para su gran obra el vigor de todas
sus facultades. Debiera pasar una parte de su tiempo al aire libre,
haciendo ejercicio físico, a fin de quedar vigorizada para hacer su
trabajo dentro de la casa con buen ánimo y esmero, siendo la luz y
la bendición del hogar
Deben defender la reforma pro salud
—La voluntad de Dios
ha sido claramente expresada a todas las madres; él quiere que por
sus preceptos y su ejemplo defiendan la reforma pro salud. Deben
ser firmes en los buenos principios y en ningún caso violar las leyes
físicas que Dios implantó en su ser. Con leal propósito y firme
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integridad, las madres dispondrán del poder y de la gracia del Cielo
para dejar brillar su luz en el mundo, tanto por su propia conducta
justa como por el carácter noble de sus hijos
Tenga dominio propio en la alimentación
—La madre necesita
ejercer el más perfecto dominio propio; y para conseguirlo debe
tomar toda precaución posible contra cualquier disturbio físico o
mental. Debe ordenar su vida de acuerdo con las leyes de Dios y
de la salud. Como la alimentación afecta materialmente el intelecto
y la disposición, la madre debe ser muy cuidadosa al respecto y
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