Página 208 - El Hogar Cristiano (2007)

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El Hogar Cristiano
comer alimentos nutritivos, pero que no sean estimulantes a fin de
tener nervios serenos y genio apacible. Le resultará entonces más
fácil manifestar paciencia para tratar con las variables tendencias de
sus hijos y para sostener las riendas del gobierno con firmeza y sin
embargo afectuosamente
Irradia alegría en toda circunstancia
—La madre puede y de-
be hacer mucho para dominar sus nervios y ánimo cuando esté
deprimida. Aun cuando está enferma, puede, si se educa a sí misma,
manifestar una disposición agradable y alegre, y puede soportar más
ruido de lo que una vez creyera posible. No debiera hacer sentir a los
niños su propia flaqueza y nublar sus mentes jóvenes y sensibles por
su propia depresión de espíritu, haciéndoles sentir que la casa es una
tumba y que la pieza de mamá es el lugar más lúgubre del mundo.
La mente y los nervios se entonan y fortalecen por el ejercicio de
la voluntad. En muchos casos, la fuerza de voluntad resultará ser
un potente calmante de los nervios. No dejéis que vuestros hijos os
vean con rostros ceñudos
Aprecie la estima de su esposo y de sus hijos
—Cuando hacen
su trabajo, las hermanas no deben vestir ropas que les den el aspecto
de espantapájaros. A sus esposos e hijos les agradará aun más que
a las visitas o a los extraños el verlas vestidas con ropas que les
sienten bien. Algunas esposas y madres parecen creer que no tiene
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importancia el aspecto que ofrecen cuando trabajan y cuando las
ven tan sólo sus familiares, pero son muy meticulosas en cuanto a
vestirse con gusto si las han de ver personas hacia quienes no tienen
obligaciones. ¿No deben apreciarse la estima y el amor del marido
y de los hijos antes que los manifestados por extraños o amigos
comunes? La felicidad del padre y de los hijos debe ser para toda
esposa y madre más sagrada que la de todos los demás
Lleve Vd. ropas que le sienten bien. Esto aumentará el respeto
de sus hijos hacia Vd. Procure que ellos también vistan en forma
adecuada. No permita que contraigan hábitos de desaseo
No sea esclava de la opinión pública
—Con demasiada frecuen-
cia las madres manifiestan una sensibilidad mórbida con respecto a
lo que los demás puedan pensar acerca de sus vestidos y opiniones;
y son en gran medida esclavas de lo que piensan acerca de cómo
otras personas las consideran. ¿No es lamentable que seres humanos
encaminados hacia el juicio divino se rijan más por el pensamien-