Página 209 - El Hogar Cristiano (2007)

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La salud de la madre y su apariencia personal
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to de lo que sus prójimos se imaginarán acerca de ellos antes que
por el recuerdo de su obligación hacia Dios? Demasiado a menudo
sacrificamos la verdad a fin de armonizar con las costumbres, para
evitar el ridículo....
Una madre no puede someterse a la servidumbre de la opinión;
porque debe educar a sus hijos para esta vida y para la venidera.
En lo que toca al vestido, las madres no deben hacer ostentación de
adornos inútiles
Den lecciones de aseo y pureza
—Si las madres se permiten
llevar vestidos desaseados en la casa, enseñan a sus hijos a seguir
por el mismo camino del desaliño. Muchas madres piensan que
en la casa cualquier ropa es bastante buena, por sucia y desaliñada
que esté. Pero pronto pierden su influencia en la familia. Los hijos
comparan el vestido de la madre con el de quienes visten con aseo,
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y se debilita el respeto que le tienen.
Madres, haceos tan atrayentes como podáis; no por atavíos ela-
borados, sino llevando vestidos limpios, que os queden bien. Así
daréis constantemente a vuestros hijos lecciones de aseo y pureza.
Para toda madre el amor y el respeto de sus hijos debe ser lo más
valioso. Todo lo que ella lleve sobre su persona debe enseñar el aseo
y el orden y quedar asociado con la pureza en el recuerdo de ellos.
Aun en la mente de los niños en tierna edad existe un sentido de
lo que queda bien, una idea de lo que es propio; y ¿cómo puede
hacérseles comprender lo deseable que son la pureza y la santidad
cuando tienen diariamente bajo los ojos vestidos sucios y habitacio-
nes desordenadas? ¿Cómo puede invitarse a que entren en moradas
tales los huéspedes celestiales, que moran donde todo es puro y
santo
El orden y el aseo constituyen la ley del cielo; y a fin de ponernos
en armonía con la disposición divina, tenemos el deber de revelar
aseo y buen gusto
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El Ministerio de Curación, 289
.
Pacific Health Journal, junio de 1890.
Good Health, febrero de 1880.
Pacific Health Journal, mayo de 1890.
Joyas de los Testimonios 1:136
.
Testimonies for the Church 1:464, 465
.
Carta 47a, 1902
.