Página 220 - El Hogar Cristiano (2007)

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El Hogar Cristiano
de Dios, su tierna mano puede substraer a su hijo del poder de la
tentación, e impedir que su hija participe en el pecado. Cuando la
pasión guerrea para predominar, el poder del amor, la influencia
resuelta, fervorosa y refrenadora que ejerce la madre puede inclinar
al alma hacia lo recto
Cuando las visitas la interrumpan
—Debéis tomar tiempo pa-
ra conversar y orar con vuestros pequeñuelos y no permitir que cosa
alguna interrumpa esos momentos de comunión con Dios y con
vuestros hijos. Podéis decir a vuestros visitantes: “Dios me ha dado
una obra que hacer, y no tengo tiempo para charlar.” Debéis con-
siderar que tenéis una obra que hacer para este tiempo y para la
eternidad. Vuestro primer deber es hacia vuestros hijos
Vuestros hijos vienen antes que las visitas, antes que toda otra
consideración.... La labor debida a vuestro hijo durante sus primeros
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años no admite negligencia. No hay en su vida un momento en que
pueda olvidarse la regla
No los mande afuera para poder agasajar a las visitas; antes
enséñeles a permanecer quietos y respetuosos en presencia de las
visitas
Modelos de bondad y nobleza
—Madres, cuidad vuestros pre-
ciosos momentos. Recordad que vuestros hijos avanzan hacia el
punto en que escaparán a vuestra educación y preparación. Podéis
ser para ellos modelos de todo lo que es bueno, puro y noble. Identi-
ficad vuestros intereses con los suyos
Aun cuando fracaséis en todo lo demás, sed en esto esmeradas y
eficientes. Si vuestros hijos resultan puros y virtuosos por la educa-
ción que reciban en el hogar, si desempeñan el puesto más ínfimo en
el gran plan de Dios para el bien del mundo, vuestra vida no habrá
fracasado ni experimentaréis remordimiento al repasarla
Los pequeñuelos constituyen un espejo en el cual la madre pue-
de ver reflejados sus propios hábitos y comportamiento. ¡Cuánto
cuidado debe ejercer por lo tanto acerca de su lenguaje y conducta
en presencia de esos pequeños discípulos! Cualesquiera que sean los
rasgos de carácter que ella desee que se desarrollen en ellos, debe
cultivarlos en sí misma
Supere las normas del mundo
—La madre no debe regirse por
la opinión del mundo, ni trabajar para alcanzar la norma del mismo.
Debe decidir por su cuenta cuál es el gran fin de la vida y luego