Página 238 - El Hogar Cristiano (2007)

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El Hogar Cristiano
paz mental, y disfrutarán del placer de ver a sus padres obtener su
parte del placer social y recreación sana, lo cual prolongará su vida.
Los niños educados en el cumplimiento de los deberes prácticos de
la vida saldrán del hogar para ser miembros útiles de la sociedad con
una educación muy superior a la que se obtiene por estar encerrados
en el aula desde edad temprana, cuando ni la mente ni el cuerpo son
bastante fuertes para soportar la tensión
En algunos casos sería mejor que los hijos trabajasen menos
en la escuela y recibiesen más preparación en el cumplimiento de
los deberes domésticos. Sobre todo lo demás se les debiera enseñar
a ser serviciales. Muchas cosas que se aprenden de los libros son
mucho menos esenciales que las lecciones prácticas de laboriosidad
y disciplina
Asegura sueño y descanso
—Las madres deben llevar a sus
hijas consigo a la cocina y educarlas pacientemente. Su constitución
se beneficiará con este trabajo; sus músculos adquirirán tono y
fortaleza, y sus meditaciones serán más sanas y elevadas al fin del
día. Tal vez se cansen; pero ¡cuán dulce es el reposo después de
trabajar como es debido! El sueño, dulce restaurador natural, vigoriza
el cuerpo cansado y lo prepara para los deberes del día siguiente.
No dejéis creer a vuestros hijos que no importa que trabajen o no.
Enseñadles que se necesita su ayuda, que su tiempo es valioso, y
que dependéis de su trabajo
Es un pecado dejar que los niños se críen en la ociosidad. Ejer-
citen sus miembros y músculos, aun cuando los canse. Si no se los
recarga demasiado, ¿cómo puede el cansancio perjudicarles más que
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a vosotros? Hay mucha diferencia entre el cansancio y el agotamien-
to. Los niños necesitan cambiar de ocupación más a menudo que
los adultos y tener con más frecuencia intervalos de descanso; pero
aun en edad temprana, pueden comenzar a aprender a trabajar, y
serán felices al pensar que se están haciendo útiles. El sueño les será
dulce después de un trabajo saludable, y quedarán refrigerados para
el siguiente día de trabajo
No digáis: “Mis hijos me molestan”
—“¡Oh!—dicen algunas
madres,—mis hijos me molestan cuando procuran ayudarme.” Así
me pasaba a mí con los míos, pero ¿pensáis que se lo dejaba saber?
Alabad a vuestros hijos. Enseñadles, renglón tras renglón, precepto