Página 273 - El Hogar Cristiano (2007)

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Normas morales
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Dios, que atraerá la mente hacia arriba y la habituará a meditar en
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cosas puras y santas
No hay seguridad para hombre alguno, sea joven o anciano, a
menos que sienta la necesidad de solicitar el consejo de Dios a cada
paso. Sólo aquellos que se mantienen en estrecha comunión con Dios
aprenderán a valorar a los hombres como él los valora, y a reverenciar
a los puros, los buenos, los humildes y los mansos. El corazón debe
ser custodiado como lo fué el de José. Entonces se hará frente con
decisión a las tentaciones a apartarse de la integridad, diciendo:
“¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?”
La tentación más poderosa no disculpa el pecado. Por intensa que
sea la presión a la cual nos veamos sometidos, el pecado es un acto
nuestro. La sede de la dificultad está en el corazón irregenerado
En vista de los peligros de este tiempo, y como pueblo que guarda
los mandamientos de Dios, ¿no habremos de apartar de nosotros todo
pecado, toda iniquidad, toda perversidad? ¿No habrán de vigilarse
estrictamente a sí mismas las mujeres que profesan la verdad, a fin
de no estimular la menor familiaridad injustificable? Pueden cerrar
muchas puertas de tentación si observan en toda ocasión una reserva
estricta y una conducta apropiada
Alta norma de conducta para las mujeres
—Con corazón an-
gustiado escribo que en esta época las mujeres, casadas y solteras,
con demasiada frecuencia no observan la reserva necesaria. Coque-
teando, estimulan las atenciones de hombres solteros y casados y
los que son moralmente débiles quedan seducidos. Al tolerar estas
cosas, se amortiguan los sentidos morales y se ciega el entendimien-
to de manera que el delito no parece pecaminoso. Se despiertan
pensamientos que no se habrían despertado si la mujer hubiese con-
servado su lugar con toda modestia y seriedad. Puede ser que no
tuvo ella misma propósito o motivo ilícito, pero estimuló a hombres
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que son tentados, y que necesitan toda la ayuda que puedan obtener
de quienes los traten. Si ellas se hubiesen mantenido circunspectas
y reservadas y si, en vez de permitirse libertades y recibir atencio-
nes injustificables, hubiesen mantenido un alto tono moral y una
dignidad apropiada, podría haberse evitado mucho mal
Hace mucho que quiero hablar a mis hermanas y decirles que,
por lo que agradó al Señor mostrarme en una y otra oportunidad,
hay un gran defecto entre ellas. No son cuidadosas en cuanto a