Página 276 - El Hogar Cristiano (2007)

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El Hogar Cristiano
el aire, constituyen malos hábitos, excesivamente peligrosos. Una
vez arraigados, es casi imposible deshacerse de ellos y dirigir los
pensamientos hacia temas puros, santos y elevados
Cuidado con la adulación
—Quedo apenada cuando veo a cier-
tos hombres alabados, adulados y mimados. Dios me ha revelado
que algunos de los que reciben estas atenciones son indignos de
pronunciar su nombre. Sin embargo, son ensalzados hasta el cielo
en la estima de algunos seres finitos, que leen tan sólo la apariencia
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externa. Hermanas mías, nunca miméis ni aduléis a pobres hom-
bres falibles y sujetos a yerros, sean jóvenes o ancianos, casados
o solteros. No conocéis sus debilidades, y no sabéis si estas mis-
mas atenciones y profusas alabanzas no han de provocar su ruina.
Me alarma la cortedad de visión, la falta de sabiduría que muchos
manifiestan al respecto.
Los hombres que están haciendo la obra de Dios, y que tienen
a Cristo morando en su corazón, no rebajarán la norma de la mo-
ralidad, sino que tratarán siempre de elevarla. No hallarán placer
en la adulación de las mujeres, ni en ser mimados por ellas. Digan
los hombres, tanto solteros como casados: “Guardemos distancia.
Nunca daré la menor ocasión para que mi buen nombre sea vilipen-
diado. Mi buen nombre es capital de mucho más valor para mí que
el oro o la plata. Déjenme conservarlo sin mancha. Si los hombres
atacan ese nombre, no será porque les haya dado ocasión de hacerlo,
sino por la misma razón por la cual hablaron mal de Cristo, a saber,
porque odiaban la pureza y santidad de su carácter; porque les era
una constante reprensión.
El pastor y la tentación
—Las menores insinuaciones, cualquie-
ra que sea su origen, que os inviten a pecar o a permitir la menor
libertad injustificable con vuestra persona, deben considerarse como
los peores insultos a vuestra dignidad de mujeres. El beso destinado
a vuestra mejilla, en momento y lugar inoportunos, debe induciros
a rechazar con desagrado al emisario de Satanás. Si proviene de
alguien altamente situado, que trata con cosas sagradas, el pecado
es diez veces mayor y debiera hacer retroceder con horror a una
mujer o joven temerosa de Dios, no sólo delante del pecado que se le
propone sino también delante de la hipocresía y villanía de alguien
a quien se respeta y honra como siervo de Dios