Capítulo 56—El divorcio
Es un contrato para toda la vida
—En las mentes juveniles el
matrimonio está revestido de romanticismo y es difícil despojarlo
de ese carácter que le presta la imaginación, para hacer que la mente
comprenda cuán pesadas responsabilidades entraña el voto matri-
monial. Liga los destinos de dos personas con vínculos que sólo la
muerte puede cortar
Todo compromiso matrimonial debe ser considerado cuidado-
samente, pues el casamiento es un paso que se da para toda la vida.
Tanto el hombre como la mujer deben considerar cuidadosamente si
pueden mantenerse unidos a través de las vicisitudes de la existencia
mientras ambos vivan
Jesús corrigió falsos conceptos
—Entre los judíos se permitía
que un hombre repudiase a su mujer por las ofensas más insignifican-
tes, y ella quedaba en libertad para casarse otra vez. Esta costumbre
era causa de mucha desgracia y pecado. En el sermón del monte,
Jesús indicó claramente que el casamiento no podía disolverse, ex-
cepto por infidelidad a los votos matrimoniales. “El que repudiare
a su mujer—dijo él,—fuera de causa de fornicación, hace que ella
adultere; y el que se casare con la repudiada, comete adulterio.” Des-
pués, cuando los fariseos le preguntaron acerca de la legalidad del
divorcio, Jesús habló a los oyentes de la institución del matrimonio,
conforme se ordenó en la creación del mundo. “Por la dureza de
vuestro corazón—dijo él—Moisés os permitió repudiar a vuestras
mujeres: mas al principio no fué así.” Se refirió a los días bienaven-
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turados del Edén, cuando Dios declaró que todo “era bueno en gran
manera.” Entonces tuvieron su origen dos instituciones gemelas para
la gloria de Dios en beneficio de la humanidad: el matrimonio y el
sábado. Al unir Dios en matrimonio las manos de la santa pareja
diciendo: “Dejará el hombre a su padre y a su madre, y allegarse ha
a su mujer, y serán una sola carne,” dictó la ley del matrimonio para
todos los hijos de Adán hasta el fin del tiempo. Lo que el mismo
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