El divorcio
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3. Podría suceder que, con tiempo, trabajo, oración, paciencia,
fe y una vida piadosa, se obtuviera una reforma. Vivir con quien
violó los votos matrimoniales y se cubrió de oprobio por un amor
culpable, pero no lo reconoce, es como un cáncer roedor para el
alma; y sin embargo el divorcio es como una llaga en el corazón
para toda la vida. ¡Dios se compadezca de la parte inocente! Antes
de contraer matrimonio, éste debe considerarse con mucho cuidado.
4. ¡Oh! ¿Por qué será que hombres y mujeres que podrían ser
respetables y buenos, y al fin llegar al cielo, se venden al diablo por
tan poca cosa, hieren a sus amigos íntimos, deshonran a sus familias,
ocasionan oprobio para la causa, y al fin bajan al infierno? ¡Dios se
compadezca de ellos¡ ¿Por qué será que los sobrecogidos en culpa
tal no manifiestan un arrepentimiento proporcional a su falta, no
quieren huir a Cristo en busca de su misericordia ni curar, en la
medida en que pueden hacerlo, las heridas que han ocasionado
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Joyas de los Testimonios 1:577
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Carta 17, 1896
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El Discurso Maestro de Jesucristo, 56, 57
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Manuscrito 16, 1899
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Carta 8, 1888
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Carta 47, 1902
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Carta 148, 1907
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Carta 40, 1888
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Carta 4a, 1863
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Carta 8, 1888
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Carta 168, 1901
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Carta 157, 1903
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The Review and Herald, 24 de marzo de 1868
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Nota: Esta es una de las muy pocas declaraciones que hicieron juntos Jaime White y
Elena G. de White. Por cuanto la firmaron ambos, es evidente que las opiniones expresadas
fueron plenamente sancionadas por la Sra. de White.—Los compiladores.