Página 282 - El Hogar Cristiano (2007)

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El Hogar Cristiano
Ni uno ni otro debiera haber ensalzado su propia voluntad ni
haber procurado cumplir a toda costa sus ideas y planes individua-
les. Ni uno ni otro debiera haber resuelto obrar como le agradase.
Permitid que la subyugadora influencia del Espíritu de Dios obre
en vuestros corazones y os haga idóneos para la obra de educar a
vuestros hijos. ...
Suplicad a vuestro Padre celestial que os guarde de ceder a la
tentación de hablar el uno al otro de una manera dura y voluntariosa.
Cada uno de vosotros tiene un carácter imperfecto. Por el hecho de
que no os mantuvisteis bajo la dirección de Dios, la conducta del
uno hacia el otro resultó imprudente.
Os ruego que os pongáis bajo la dirección de Dios. Cuando
estéis tentados a hablar con provocación, no digáis una sola palabra.
Seréis tentados al respecto porque nunca habéis vencido este rasgo
censurable del carácter. Pero todo mal hábito debe ser vencido.
Entregaos completamente a Dios. Caed sobre la Roca, Cristo Jesús,
y sed quebrantados. Como esposos, disciplinaos a vosotros mismos.
Acudid a Cristo en busca de ayuda. El os concederá gustosamente
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su simpatía divina, su libre gracia. ...
Arrepentíos delante de Dios por vuestra conducta pasada. Llegad
a un entendimiento, y reuníos como esposos. Desechad la experien-
cia desagradable de vuestra vida pasada. Cobrad ánimo en el Señor.
Cerrad las ventanas del alma que dan hacia la tierra, y abrid las que
dan hacia el cielo. Si eleváis vuestras voces en oración al cielo para
pedirle luz, el Señor Jesús, que es luz y vida, paz y gozo, oirá vuestro
clamor. El, que es el Sol de justicia, resplandecerá en las cámaras de
vuestra mente, e iluminará el templo del alma. Si recibís gustosos el
sol de su presencia en vuestro hogar, no pronunciaréis palabras de
índole tal que provoquen sentimientos desdichados
A una esposa muy maltratada
—Recibí su carta y en respuesta
quiero decirle que no puedo aconsejarle que vuelva al lado de D.,
a menos que vea en él cambios decisivos. No agradan al Señor las
ideas que él ha albergado en lo pasado acerca de lo debido a una
esposa. ... Si él se aferra a sus opiniones anteriores, el futuro no sería
mejor para Vd. de lo que fué el pasado. El no sabe cómo debe tratar
a su esposa.
Estoy muy triste al respecto. Me compadezco de D., pero no
puedo aconsejarle que se reuna con él contra lo que le dicte a Vd.