Página 286 - El Hogar Cristiano (2007)

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Capítulo 57—La actitud hacia un cónyuge
incrédul
¿Debe una esposa cristiana dejar a un esposo incrédulo?
Me han llegado cartas en las cuales ciertas madres me cuentan las
pruebas que soportan en su hogar y me piden consejo. Uno de estos
casos servirá para ilustrar muchos otros. El esposo y padre no es
creyente, y en todo lo posible dificulta para la madre la educación
de sus hijos. Es un hombre profano y grosero, que le habla en
palabras insultantes y enseña a los hijos a despreciar la autoridad de
ella. Cuando la madre procura orar con ellos, él entra, hace todo el
ruido que pueda, estalla en maldiciones contra Dios y acumula viles
epítetos contra la Biblia. La hermana está tan desalentada que la
vida le resulta una carga. ¿Qué bien puede hacer? ¿En qué beneficia
a sus hijos la permanencia de ella en el hogar? Ha experimentado
un ardiente deseo de realizar alguna obra en la viña del Señor y
se le ha ocurrido que lo mejor podría ser que dejase a su familia,
más bien que quedar con ella mientras el esposo y padre enseña
constantemente a los hijos a que la desprecien y desobedezcan.
En casos tales, mi consejo sería: Madres, cualesquiera que sean
las pruebas que seáis llamadas a soportar por la pobreza, las heridas
del alma, la intolerancia del esposo y padre, no abandonéis a vuestros
hijos; no los entreguéis a la influencia de un padre ateo. Vuestra obra
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consiste en contrarrestar la del padre, que está aparentemente bajo
el dominio de Satanás
Dé un ejemplo de dominio propio
—Sé que Vd. tiene pruebas,
pero existe a veces un espíritu que tiende a mandar más bien que a
atraer. Su esposo necesita ver cada día un ejemplo vivo de paciencia
y dominio propio. Esfuércese en todo lo que pueda para agradarle,
aunque sin renunciar a un solo principio de la verdad. ...
Cristo requiere en su servicio todo el ser: el corazón, el alma, la
mente y la fuerza. Al darle lo que pide de Vd., le representará en su
Nota: Este capítulo se compone mayormente de comunicaciones dirigidas a creyen-
tes angustiados que solicitaban consejos.—Los compiladores.
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