Página 287 - El Hogar Cristiano (2007)

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La actitud hacia un cónyuge incrédulo
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carácter. Permita que su esposo vea obrar en Vd. al Espíritu Santo.
Sea cuidadosa y considerada, paciente e indulgente. No procure
imponerle la verdad. Cumpla su deber como esposa, y vea luego si
su corazón no se conmueve. No prive a su esposo de sus afectos.
Agrádele en todo lo posible. No permita que su fe religiosa la separe
de él. Obedezca concienzudamente a Dios, y agrade a su esposo en
todo lo que pueda. ...
Deje ver a todos que ama a Jesús y confía en él. Dé a su esposo
y a sus amistades creyentes y no creyentes evidencias de que Vd.
desea que conozcan la belleza de la verdad. Pero no manifieste la
ansiedad dolorosa y la congoja que con frecuencia arruinan una
buena obra. ... Nunca deje oír a su esposo una palabra de reproche o
de censura. Vd. se ve a veces en estrecheces, pero no hable de estas
pruebas. El silencio es elocuente. El hablar con apresuramiento sólo
aumentará su desgracia. Sea animosa y feliz. Introduzca en el hogar
toda la alegría posible y evite las sombras. Deje que los brillantes
rayos del Sol de justicia resplandezcan en las cámaras del templo de
su alma. Entonces la fragancia de la vida cristiana se percibirá en su
familia. No se espaciará en cosas desagradables, que con frecuencia
no tienen verdad en sí
Consejos a una madre sobrecargada
—Ahora que su esposo
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desvió su rostro de Jesús, Vd. lleva una doble responsabilidad. ...
Sé que debe ocasionarle mucho pesar el encontrarse sola para
cumplir la Palabra. Pero ¿puedes saber, oh esposa, si tu vida conse-
cuente, de fe y obediencia, no podrá reconquistar a tu esposo para
la verdad? Presenta a tus amados hijos a Jesús. Con lenguaje senci-
llo, dirígeles las palabras de verdad. Cántales himnos agradables y
atrayentes, que revelen el amor de Cristo. Lleva a tus hijos a Jesús,
porque él ama a los pequeñuelos.
Consérvate animosa. No olvides que tienes un Consolador, el
Espíritu Santo, a quien Cristo envió. Nunca estás sola. Si escuchas
la voz que te habla ahora, si contestas sin dilación al que llama a la
puerta de tu corazón: “Entra, Señor Jesús, para que cene contigo, y
tú conmigo,” el Huésped celestial entrará. Habiendo en tu vida este
elemento, del todo divino, tendrás paz y descanso
Mantened los principios cristianos
—La familia en cuyo seno
no se adora a Dios es como un barco en medio del mar, sin piloto
ni timón. La tempestad lo azota y se quiebra contra él, y existe el