Página 288 - El Hogar Cristiano (2007)

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El Hogar Cristiano
peligro de que perezcan todos los de a bordo. Considere su vida
y la de sus hijos como preciosa por causa de Cristo, porque Vd.
tendrá que encontrarse frente al trono de Dios con ellos y con su
esposo. Sus firmes principios cristianos no deben debilitarse, sino
fortalecerse con cada día que transcurre. Por muy perturbado que
esté su esposo, por mucho que se le oponga, debe Vd. manifestar
una firmeza cristiana consecuente y fiel. Y luego, diga lo que diga,
no podrá menos que respetarla en su fuero íntimo, si es que tiene un
corazón de carne
Primero viene lo que Dios requiere
—Su nuera me fué mos-
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trada luego. Dios la ama, pero está en servidumbre, temor, temblor,
abatimiento y dudas, y se siente muy nerviosa. Esta hermana no
debe considerar que debe entregar su voluntad a un joven impío que
tiene menos años que ella misma. Debe recordar que su casamiento
no destruye su individualidad. Dios tiene para con ella derechos
que son más importantes que cualquier derecho terrenal. Cristo la
compró con su propia sangre. No se pertenece. Ella no pone toda
su confianza en Dios, sino que renuncia a sus convicciones y a su
conciencia y se somete a un hombre intolerante y tiránico, incitado
por el maligno cada vez que su majestad satánica puede obrar por
su medio para intimidar esta alma temblorosa. Ha sido puesta tantas
veces en estado de agitación que su sistema nervioso está deshecho,
y ella está casi anonadada. ¿Es voluntad del Señor que esta hermana
se halle en tal estado y Dios sea privado de su servicio? No. Su
casamiento fué un engaño del diablo. Sin embargo, debe ahora hacer
lo mejor que pueda, tratar a su esposo con ternura, hacerle feliz en
la medida en que pueda hacerlo sin violar su conciencia; porque si
él persiste en su rebelión, este mundo será el único cielo que tendrá.
Pero no concuerda con la voluntad de Dios que ella se prive de asistir
a las reuniones para satisfacer a un esposo despótico que posee el
espíritu del dragón
“Y el otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.” El
pecado de este hombre no estribaba en haberse casado, sino en ha-
berlo hecho con una persona que apartó su atención de los intereses
superiores y más importantes de la vida. Nunca debe un hombre
Nota: Extracto del capítulo titulado “Amonestaciones y Reproches,” en el cual
aparecen testimonios dirigidos a unos cuantos miembros de cierta iglesia. Este extracto
sigue a un mensaje dirigido a un Hno. T.—Los compiladores.