Página 307 - El Hogar Cristiano (2007)

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Principios financieros para la familia
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los sesos de otros hombres pensasen por ellos en lo temporal y en lo
espiritual, tendrían cierta oportunidad de ser independientes en sus
pensamientos y acciones.
El saberse propietarios de sus propias casas les inspiraría un
fuerte deseo de mejoría. No tardarían en adquirir habilidad para hacer
planes por su cuenta; inculcarían a sus hijos hábitos de laboriosidad
y economía y sus intelectos quedarían grandemente fortalecidos. Se
sentirían hombres, no esclavos, y podrían recuperar en gran medida
el perdido respeto propio e independencia moral
Enseñemos a nuestros hermanos a salir de las ciudades al campo,
donde puedan obtener una parcela de tierra y establecer un hogar
para sí y sus hijos
En cuanto a vender sus casas
—Hay hombres y mujeres pobres
que me escriben pidiendo consejo en cuanto a si deben vender sus
casas y dar el dinero a la causa. Dicen que los pedidos de recursos
conmueven sus almas y quieren hacer algo para el Maestro que lo
ha hecho todo para ellos. Quiero decir a los tales: “Tal vez no debáis
vender vuestras casitas ahora mismo; pero id a Dios por vuestra
cuenta; el Señor oirá ciertamente vuestras fervientes oraciones por
sabiduría para conocer vuestro deber.
Dios no pide ahora las casas que sus hijos necesitan para vivir
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en ellas; pero si aquellos que tienen abundancia de bienes no oyen
su voz, no se desligan del mundo ni se sacrifican para Dios, él los
pasará por alto y llamará a quienes estén dispuestos a hacer cualquier
cosa por Jesús, aun vender sus casas para satisfacer las necesidades
de la causa
Una independencia loable
—La independencia de cierta clase
es loable. Es correcto que uno desee andar por su propia fuerza y
no depender de otros por el pan que come. Es noble y generosa la
ambición que dicta el deseo de sostenerse a sí mismo. Son necesarios
los hábitos de laboriosidad y frugalidad
Equilibrio del presupuesto
—Son muchísimos los que no se
han educado de modo que puedan mantener sus gastos dentro de los
límites de sus entradas. No aprenden a adaptarse a las circunstancias,
y vez tras vez piden dinero prestado y se abruman de deudas, por lo
que se desaniman y descorazonan
Llevad cuenta de los gastos
—Los hábitos de complacencia
propia, o la falta de tacto y habilidad de parte de la esposa y madre,