Página 349 - El Hogar Cristiano (2007)

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La cortesía y la bondad
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No se irrita,
No hace caso de un agravio;
No se regocija en la injusticia,
Mas se regocija con la verdad:
Todo lo sufre,
Todo lo cree,
Todo lo espera,
Todo lo soporta.
El amor nunca se acaba.
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La Biblia ordena la cortesía y presenta muchas ilustraciones de
espíritu abnegado, gracia gentil y genio simpático, que caracterizan
la verdadera cortesía. Estos son sólo reflejos del carácter de Cristo.
De él proceden toda la ternura y cortesía verdaderas del mundo, aun
la de aquellos que no reconocen su nombre. Y él desea que estas
características se reflejen perfectamente en sus hijos. Su propósito
es que en nosotros contemplen los hombres su belleza
El cristianismo hará de todo hombre un cumplido caballero. Cris-
to fué cortés aun con sus perseguidores; y sus discípulos verdaderos
manifestarán el mismo espíritu. Mirad a Pablo cuando compareció
ante los magistrados. Su discurso ante Agripa es dechado de verda-
dera cortesía y de persuasiva elocuencia. El Evangelio no fomenta
la cortesía formalista, tan corriente en el mundo, sino la cortesía que
brota de la verdadera bondad del corazón
No abogamos por una manifestación de lo que el mundo llama
urbanidad, sino por aquella cortesía que cada uno llevará consigo a
las mansiones de los bienaventurados
El amor inspira la cortesía verdadera
—El cultivo más esme-
rado del decoro externo no basta para acabar con el enojo, el juicio
implacable y la palabra inconveniente. El verdadero refinamiento no
traslucirá mientras se siga considerando al yo como objeto supremo.
El amor debe residir en el corazón. Un cristiano cabal funda sus
motivos de acción en el amor profundo que tiene por el Maestro.
De las raíces de su amor a Cristo brota un interés abnegado por sus
hermanos
De todas las cosas buscadas, apreciadas o cultivadas, no hay nada
tan valioso a la vista de Dios como un corazón puro, una disposición
rebosante de agradecimiento y de paz.