Página 350 - El Hogar Cristiano (2007)

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El Hogar Cristiano
Si la divina armonía de la verdad y el amor imperan en el cora-
zón, resplandecerán en palabras y acciones.... El espíritu de genuina
benevolencia debe morar en el corazón. El amor imparte a su posee-
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dor gracia, donaire y hermosura de porte. El amor ilumina el rostro
y subyuga la voz; refina y eleva a todo el ser humano. Lo pone en
armonía con Dios, porque es un atributo celestial
No se aprende la verdadera cortesía por la mera práctica de las
reglas de etiqueta. En todo momento deben observarse modales
correctos; dondequiera que no haya que transigir con los principios,
la consideración hacia los demás inducirá a adaptarse a costum-
bres aceptadas; pero la verdadera cortesía no requiere el sacrificio
de los principios al convencionalismo. No conoce castas. Enseña
el respeto propio, el respeto a la dignidad del hombre como hom-
bre, la consideración hacia todo miembro de la gran confraternidad
humana
Se expresa en miradas, palabras y actos
—Sobre todas las
cosas, los padres deben rodear a sus hijos de una atmósfera de
alegría, cortesía y amor. Los ángeles se deleitan en morar en un
hogar donde vive el amor y éste se expresa tanto en las miradas y las
palabras como en los actos. Padres, permitid que el sol del amor, la
alegría y un feliz contentamiento penetre en vuestro corazón, y dejad
que su dulce influencia impregne el hogar. Manifestad un espíritu
bondadoso y tolerante, y estimuladlo en vuestros hijos, cultivando
todas las gracias que alegran la vida del hogar. La atmósfera así
creada será para los niños lo que son el aire y el sol para el mundo
vegetal, y favorecerá la salud y el vigor de la mente y del cuerpo
Los modales amables, la conversación animada y los actos de
amor ligarán el corazón de los hijos con el de sus padres por los
cordones de seda del afecto y contribuirán más a hacer atractivo el
hogar que los adornos más raros que el oro pueda comprar
La fusión de los temperamentos
—Concuerda con lo ordena-
do por Dios que se asocien personas de diversos temperamentos.
Cuando esto sucede, cada miembro de la familia debe considerar y
respetar como sagrados los sentimientos y derechos ajenos. Así se
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cultivarán la consideración y la tolerancia mutuas, se subyugarán los
prejuicios y se suavizarán los rasgos toscos del carácter. Se asegurará
la armonía, y la fusión de los variados temperamentos beneficiará a
cada uno