Página 355 - El Hogar Cristiano (2007)

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Alegría y buen ánimo
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La Sra. de White frente a la adversidad
—¿Me veis alguna
vez tétrica, abatida, o quejosa? Mi fe me lo prohíbe. Lo que induce
un estado tal es un concepto erróneo de lo que es el verdadero
ideal del carácter y servicio cristianos. Lo que produce la lobreguez,
el abatimiento y la tristeza es la falta de religión verdadera. Los
que son cristianos fervientes procuran imitar a Jesús, porque ser
cristiano es ser como Cristo. Es realmente esencial tener conceptos
correctos acerca de la vida y los hábitos de Cristo para que sus
principios se reproduzcan en nosotros los que queremos ser como
él. Un servicio prestado a medias, mientras se ama al mundo, al yo
y las diversiones frívolas, produce un siervo tímido y cobarde, que
sigue a Cristo muy de lejos. El servicio cordial y voluntario que se
rinda a Jesús produce una religión alegre. Los que siguen a Cristo
más de cerca no son tétricos. En Cristo hay luz, paz y gozo para
siempre. Necesitamos más de Cristo y menos mundanalidad, más
de Cristo y menos egoísmo
Andemos como hijos de la luz
—No concuerda con la voluntad
de Dios que seamos lóbregos o impacientes, ni que seamos livianos y
triviales. Satanás se esfuerza por llevar a las personas de un extremo
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al otro. Dios quiere que, como hijos de la luz, cultivemos un espíritu
animoso y feliz, a fin de que proclamemos las alabanzas de Aquel
que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable
Conquistad el afecto de los niños
—Sonreíd, padres y maestros.
Si vuestro corazón está triste, no lo revele vuestro rostro. Sea éste
iluminado por un corazón lleno de amor y gratitud. Descended de
vuestra férrea dignidad, adaptaos a las necesidades de los niños y
lograd que os amen. Debéis conquistar su afecto, si queréis inculcar
la verdad religiosa en su corazón
Con rostro amable y voz melodiosa
—Padres, sed animosos
pero no vulgares. Sed antes agradecidos, obedientes y sumisos a
vuestro Padre celestial. No estáis libres para actuar de acuerdo con
NOTA: En 1867, el pastor Jaime White, en crítica condición de salud después de
un ataque de parálisis, se hallaba como paciente en “Our Home” (Nuestro Hogar), de
Danville, Estado de Nueva York. El médico que dirigía la institución atribuía a la religión
una influencia deprimente y alentaba a sus pacientes a participar en varias diversiones
con el fin de animarlos. Uno de sus ayudantes solicitó a la Sra. de White que iniciase una
subscripción para un baile y la invitó a que asistiera al mismo para enterrar sus penas. Las
palabras aquí transcritas reflejan la respuesta que ella dió a aquella sugestión.