356
El Hogar Cristiano
atención a estas cosas en la vida familiar; porque si los niños con-
traen buenos hábitos en la formación de su carácter, les resultará
mucho más fácil ser enseñados por Dios y acatar lo que él exige
Evítese toda grosería
—Padres y madres, esposos y esposas,
hermanos y hermanas, no os acostumbréis a ser bajos en vuestras
acciones, palabras o pensamientos. Los dichos groseros, las bromas
viles, la falta de urbanidad y verdadera cortesía en la vida familiar
llegarán a ser una segunda naturaleza para vosotros y os incapacita-
[398]
rán para formar parte de la sociedad de aquellos a quienes la verdad
está santificando. El hogar es un lugar demasiado sagrado para ser
contaminado por la indecencia, la sensualidad, las recriminaciones
y el escándalo. Acallad las malas palabras; desechad el pensamiento
profano porque el Testigo verdadero pesa cada palabra, valora cada
acción y declara: “Conozco tus obras.
La conversación baja y vulgar no debe hallar cabida en la familia.
Cuando el corazón sea puro, fluirán ricos tesoros de sabiduría
No pronunciéis insensateces en vuestra casa. Aun los niños
muy tiernos serán beneficiados por “la forma de las sanas palabras,”
mientras que las palabras ociosas e insensatas que intercambien el
padre y la madre provocarán la misma clase de palabras entre los
hijos. Por otra parte, las expresiones correctas, sinceras, veraces y
serias inducirán a toda la familia a usar esa misma clase de palabras
y también a ejecutar buenas acciones
Males de las palabras de ira
—Cuando dirigís palabras de ira
a vuestros hijos, estáis ayudando a la causa del enemigo de toda
justicia. Tenga cada niño una oportunidad justa desde su más tierna
infancia. La obra de enseñanza debe comenzar en la infancia, y no ir
acompañada de dureza ni irritación, sino de bondad y paciencia; y
esta instrucción debe continuar hasta que los hijos lleguen a la edad
adulta
Busque cada familia al Señor en oración ferviente a fin de obtener
ayuda para hacer la obra de Dios. Venzan todos los hábitos de hablar
con apresuramiento y el deseo de culpar a otros. Aprendan a ser
bondadosos y corteses en el hogar, a adquirir hábitos de reflexión
altruísta y cuidado
¡Cuánto daño producen en el círculo familiar las palabras impa-
cientes, pues una expresión de impaciencia de parte de uno de los
miembros induce a otro a contestar de la misma manera y con el