Página 370 - El Hogar Cristiano (2007)

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El Hogar Cristiano
familia: amables, considerados y corteses. En esto todos pueden ser
educadores, un ejemplo de buenas obras. Atestiguan que hay algo
más esencial que pensar en lo que se ha de comer y beber y con qué
vestirse
Un ambiente apacible
—Seríamos mucho más felices y más
útiles si nuestra vida familiar y nuestro trato social se rigieran por
la mansedumbre y la sencillez de Cristo. En vez de lograr con gran
esfuerzo una ostentación que excite la admiración o la envidia de
las visitas, debemos procurar hacer felices a cuantos nos rodean
mediante nuestra alegría, simpatía y amor. Dejemos ver a las visitas
que nos esforzamos por obrar conforme a la voluntad de Cristo.
Aunque nuestra suerte sea humilde, vean ellas en nosotros un espíritu
de contentamiento y gratitud. En un hogar verdaderamente cristiano
reina una atmósfera de paz y reposo. Un ejemplo tal no quedará sin
efecto
Se lleva cuenta en el cielo
—Cristo lleva cuenta de todo gasto
en que se incurre al dar hospitalidad por causa suya. El provee todo
lo que es necesario para esta obra. Los que por amor a Cristo alojan
y alimentan a sus hermanos, haciendo lo mejor que puedan para que
la visita sea provechosa para los huéspedes como para sí mismos,
son anotados en el cielo como dignos de bendiciones especiales.
Cristo dió en su propia vida una lección de hospitalidad. Cuando
estaba rodeado por la muchedumbre hambrienta al lado del mar, no
la mandó sin refección a sus hogares. Dijo a sus discípulos: “Dadles
vosotros de comer.” Y por un acto de poder creador proporcionó
bastante alimento para suplir sus necesidades. Sin embargo, ¡cuán
sencillo fué el alimento provisto! No había lujo. El que tenía todos
los recursos del cielo a su disposición podría haber presentado a la
gente una comida suculenta. Pero proveyó solamente lo que bastaba
para su necesidad, lo que era el alimento diario de los pescadores a
orillas del mar.
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Si los hombres fueran hoy sencillos en sus costumbres y vivieran
en armonía con las leyes de la naturaleza, habría abundante provisión
para todas las necesidades de la familia humana. Habría menos
necesidades imaginarias y más oportunidad de trabajar de acuerdo
con los métodos de Dios. ...
La pobreza no necesita privarnos de manifestar hospitalidad.
Hemos de impartir lo que tenemos. Hay quienes luchan para ga-