Página 385 - El Hogar Cristiano (2007)

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Dirección paternal en asuntos sociales
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veladas. Algunos hijos engañan a sus padres con mentiras para evitar
que quede expuesta su mala conducta
Sin cultivo, las malezas predominan
—Con demasiada fre-
cuencia los padres dejan que sus hijos elijan por su cuenta sus
diversiones, sus compañeros y su ocupación. El resultado es el que
sería razonable esperar. Déjese un campo sin cultivo, y producirá
espinas y cardos. Nunca se verá que una hermosa flor o un arbus-
to selecto sobresalga entre las malas hierbas venenosas y de mal
aspecto. La zarza inútil crecerá en forma exuberante sin recibir el
menor cuidado, mientras que otras plantas, apreciadas por su utilidad
o belleza, requieren un cultivo esmerado. Así sucede con nuestros
jóvenes. Si se desea que adquieran hábitos correctos y se amolden a
los buenos principios, hay que hacer una obra fervorosa. Corregir los
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malos hábitos es una tarea que requiere diligencia y perseverancia
Acostúmbrense a confiar en sus padres
—Padres, custodiad
como a la niña del ojo los principios y hábitos de vuestros hijos.
No les permitáis asociarse con persona alguna cuyo carácter no
conozcáis. No les permitáis trabar intimidad con nadie hasta que no
estéis seguros de que no los perjudicará. Acostumbrad a vuestros
hijos a confiar en vuestro juicio y experiencia. Enseñadles que tenéis
una percepción más clara del carácter que la que ellos pueden tener
en su inexperiencia, y que no deben despreciar vuestras decisiones
Restricciones firmes, pero bondadosas
—Los padres no deben
ceder a las inclinaciones de sus hijos, sino seguir la clara senda
del deber que Dios trazó, y restringirlos con bondad, negarles con
firmeza y determinación, aunque con amor, lo que deseen equivo-
cadamente y alejar sus pasos del mundo hacia el cielo mediante la
oración y esfuerzos fervientes y perseverantes. No se debe dejar
que los niños vaguen por cualquier camino hacia el cual se sientan
inclinados, ni que se desvíen de la senda recta entrando en avenidas
abiertas por todos lados. Nadie corre mayor peligro que aquellos
que no recelan del peligro y se impacientan frente a los consejos y a
las palabras de cautela
Proteged a vuestros hijos contra toda influencia censurable; por-
que en la infancia están más sujetos a recibir impresiones, sean
de dignidad moral, pureza y hermosura del carácter, o de egoísmo,
impureza y desobediencia. Si se los somete a la influencia de un