430
El Hogar Cristiano
y oraba por ellos. Luego me apartaba e intercedía con Dios hasta
que el sol estaba ya alto en el cielo, tal vez durante toda la noche,
para que cesase el ensalmo del enemigo y yo obtuviese la victo-
ria. Aunque me costaba una noche de trabajo, me sentía ricamente
recompensada cuando mis hijos se me echaban al cuello y decían:
“¡Oh, mamá, nos alegramos tanto de que no nos dejaste ir cuando te
lo pedíamos! Ahora vemos que habría sido malo.”
Padres, así es como debéis obrar, como quienes toman el asunto
en serio. Y debéis tomarlo en serio si esperáis salvar a vuestros hijos
para el reino de Dios
Problemas de la adolescencia
—En el estado actual de la socie-
dad no es tarea fácil para los padres refrenar a sus hijos e instruirlos
de acuerdo con la regla del bien que dicta la Biblia. Los niños se
vuelven a menudo impacientes bajo las restricciones, y quieren cum-
plir su voluntad, e ir y venir como les place. Especialmente entre
[481]
los diez y los dieciocho años, se inclinan a sentir que no hay daño
alguno en ir a reuniones mundanales de compañeros jóvenes. Los
padres cristianos experimentados pueden ver el peligro. Se han fami-
liarizado con los temperamentos peculiares de sus hijos, y conocen
la influencia que estas cosas tienen sobre su mente; y porque desean
su salvación, debieran impedirles esas diversiones excitantes
Es necesario velar después de la conversión
—Cuando los ni-
ños deciden por su cuenta abandonar los placeres del mundo y
hacerse discípulos de Cristo, ¡de qué preocupación se ve librado el
corazón de los padres cuidadosos y fieles! Aun entonces no deben
cesar las labores de los padres. Estos jóvenes tan sólo han comenza-
do en serio la guerra contra el pecado y contra los males del corazón
natural, y necesitan en un sentido especial el consejo y el cuidado
vigilante de sus padres
Cómo guardarlos del mundo
—¡Cuántos padres lamentan el
hecho de que no pueden retener a sus hijos en la casa, pues ellos no
tienen amor por ésta. Desde temprano desean estar en compañía de
extraños; y tan pronto como tienen edad para ello, rompen con lo
que les parece una esclavitud y restricciones irracionales, de modo
que ya no quieren escuchar las oraciones de su madre ni los consejos
de su padre. Por lo general una investigación revelaría que los padres
tienen la culpa de esto. No hicieron del hogar lo que debiera haber