Capítulo 13—La preparación doméstica
Es parte esencial de la educación
—Bajo ningún pretexto débe-
se contraer matrimonio hasta que ambas partes conozcan los deberes
de la vida doméstica práctica. La esposa debe tener cultura mental y
buenos modales, a fin de estar capacitada para educar debidamente
a los hijos que le sean dados
Muchas mujeres, tenidas por bien educadas y graduadas con
honores en alguna institución de enseñanza, son vergonzosamente
ignorantes en cuanto a los deberes prácticos de la vida. Carecen de
las cualidades necesarias para la correcta ordenación de la familia,
cosa esencial para su felicidad. Pueden hablar de la elevada esfera
de la mujer y de sus derechos, y, no obstante, estar ellas mismas muy
por debajo de la esfera verdadera.
Es derecho de toda hija de Eva poseer un perfecto conocimiento
de los deberes domésticos y ser enseñada en cada ramo de sus
ocupaciones. Toda joven debe estar educada de tal modo que si
se la llama a ocupar el puesto de esposa y madre pueda presidir
como una reina en sus dominios. Debiera ser del todo competente
para guiar e instruir a sus hijos y para dirigir a sus sirvientes o, si
necesario fuese, suplir con sus propias manos las necesidades de su
familia. Tiene el derecho de comprender el mecanismo del cuerpo
humano y los principios de la higiene, lo referente a la dieta y el
vestido, el trabajo y la recreación y a un sinnúmero de otras cosas
que se relacionan íntimamente con el bienestar de su familia. Tiene
derecho de obtener un conocimiento de los métodos mejores para el
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tratamiento de las enfermedades que le permita cuidar a sus hijos
cuando estén enfermos en lugar de abandonar sus preciosos tesoros
en las manos de enfermeras y médicos extraños.
El concepto de que la ignorancia acerca de la ocupación prove-
chosa constituye una característica esencial del verdadero caballero
o la dama, es contrario al designio de Dios en la creación del hom-
bre. La ociosidad es un pecado y la ignorancia acerca de los deberes
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